Clarke
Flashback
Nueva York, Estados Unidos
   Rodé la maleta hasta 
el estudio de Arath, esa mañana llegué de Turquía con obsequios para él y
 Regina. Llevaba dos años sin verlos, manteníamos conversaciones 
telefónicas donde compartíamos anécdotas, sobre todo yo, a Regina le 
encantaba que le hablara de cómo iba mi viaje, me hacía relatarle cada 
detalle, hasta el más insignificante.
   Me gustaba 
Turquía, elegí ese país porque allí Arath y Regina me encontraron, allí 
los conocí, es el primer recuerdo bonito que tengo de aquel lugar, 
gracias a ellos creé más y no me daba miedo regresar siempre que tenía 
la oportunidad. 
  No había mucho 
movimiento en la casa. Eso me preocupó porque mi razón de regresar tenía
 que ver con un rumor que llegó a mis oídos hace un par de días cuando 
descubrí que mis queridos padres adoptivos enviaron a alguien a 
seguirme; se registró un ataque en uno de los laboratorios del Grupo 
Griffin, y mis padres estaban siendo acusados de traición a la hermandad
 Blood Drynka y el Consejo los iba a enjuiciar. 
   Abrí la puerta, solté el aire que estaba conteniendo cuando vi a Arath estrechando la mano de un hombre rubio.
—Clarke—dijo 
sorprendido, perfecto, ese era el efecto que quería porque ni siquiera 
llamé para decir que volvería, tenía miedo de escuchar malas noticias, 
si las iba a tener que fuese en persona—. Tobías, ya conoces a mi 
hija—su tono cambió cuando se dirigió a su acompañante, fue más bien 
cansino, parecía que le enfadaba la presencia del Komandantoj.
—Clarke, por 
supuesto—la voz de Tobías era serena y serpentina—. La niña terrana que 
Regina y tú tienen de mascota pese a las prohibiciones.
—No empecemos con eso, sabes que desde hace años tenemos permiso de que Clarke se quede con nosotros—replicó mi padre.
   Tobías 
Valantyne, un Lord Komandantoj perteneciente al Consejo Blood Drynka. 
Rubio, alto y delgado, de piel muy pálida, fina barbilla, ojos azules de
 mirada sagaz que infundía temor en quien mirara en ellos.
    Valantyne era peligroso, lo sentía desde niña.
—¿Qué haces aquí?—preguntó Arath rodeando el escritorio y acercándose para darme un abrazo.
—Creí que 
también era mi casa—respondí cuando me estrechó en sus brazos, miré a 
Valantyne por encima del hombro de mi padre, él también clavó su mirada 
en mí—. Tuve que enterarme por terceros que Regina y tú serían 
enjuiciados por crímenes contra vuestros hermanos, me preocupé, además 
me pusieron niñera—me quejé dándole un golpe en el brazo, más daño me 
hice yo en la mano por la musculatura en su bícep derecho.
—No queríamos 
arruinarte el viaje, y no sabíamos que terminaríamos en esa 
situación—miró a Tobías—. Ya todo está arreglado. Y Valantyne se quedará
 unos días aquí en casa, espero no te molestes.
—Los dejaré a 
solas, veo que tienen mucho de qué hablar—dijo el Blood Drynka 
dirigiendo sus pasos hacia la puerta, hasta en el caminar era sereno, 
como si flotara.   
—¿Dónde está Fox?—preguntó mi padre.
—Cargando mis otras 
tres maletas.—Arath enarcó sus negras cejas y silbó de la sorpresa que le
 significaron mis palabras—. Cuéntame qué pasó. ¿Y por qué se queda él 
aquí? ¿No tiene su casa? ¿No puede ir a un hotel? ¿Dónde está mamá?
—¡Ey! ¡Ey! Calma, 
calma, Bala—dijo llevándome al sofá que estaba pegado a la pared en ese 
impresionante estudio, fue al bar que hizo instalar en el 2003 y nos 
sirvió de beber, vodka para él, coñac para mí—. Mi querida Regina está 
bien, empecemos por allí. Y Fox debió decirte que lo enviamos por tu 
seguridad debido a lo que estaba pasando aquí, no podíamos arriesgarnos a
 que.....—tragó con dificultad—. No te mencionamos durante estos días pasados, como si no existieras, estabas bien donde estabas, protegida.
—Sí, Fox mencionó que me estaba cuidando por órdenes vuestras.
   Arath acarició mi mejilla y sonrió, sus ojos brillaban por las lágrimas que intentaba contener.
—Clarke, te vas a decepcionar de mí y de tu madre—aseguró sentándose a mi lado.
—¿Por qué me decepcionaría de ustedes?—le pregunté dejando el vaso en la mesita de cristal que teníamos enfrente—. ¿Sí son culpables de lo que se les acusaba?
    Arath parecía frustrado. 
—Estuve ayudando a alguien a causarle daño a mis hermanos Blood Drynka's—respondió con pesar—. Ese alguien era Velkam Alyosha.
    Me quedé anonadada tras escuchar ese nombre. 
   Velkam era el Lord 
Komandantoj de los Blood Drynka's en Rusia, miembro del Consejo y un 
hombre muy querido entre ellos así que la sorpresa era inevitable.
—Admito que me dejé 
convencer por el ansia de querer deshacerme de la maldición de la Luz de
 Día, una debilidad que nos limita y ansiaba deshacerme de esa 
limitación. Eso buscaba Velkam en sus experimentos con Bebedores de 
Sangre, o al menos era una excusa para atraer a Caín y a su hija Sahar. 
Velkam me tendió una trampa cuando las cosas no empezaron a salir como 
él quería, y con Caín, su hija y algunos de sus allegados descubrimos 
que el Komandantoj ruso había sido poseído por otro ente, no era él 
mismo. —Entrelazó su mano con la mía—. Todo este tiempo ayudé a 
otro ente a hacerle daño a mis hermanos porque quería provocar un 
enfrentamiento en nuestras filas, separarnos, e iniciar una guerra a 
niveles más altos al querer llamar la atención de los humanos también. 
Había alguien moviendo los hilos de ese ente que poseyó a Velkam 
Alyosha, sigue por ahí, un Titiritero.  
—Papá, ¿por qué no acudiste al Consejo cuando Velkam te buscó para hacer algo así?
—Me tenía bajo 
amenaza. Primero por Regina, y después llegaste tú, no podía dejar que les hiciera daño, las puse por 
encima de mis hermanos. Mi deber era protegerlos y sin embargo los maté 
porque no podía perderlas a ustedes; abandoné mi deber a mis 
sentimientos.
     Lo abracé.
—¿Te arrepientes?—le pregunté separándome de él.
—No, cada vez que 
veo en los ojos de tu madre, cada vez que Fox me decía que estabas bien,
 que me enviaba fotografías tuyas sonriendo pensaba en que por nada 
habría cambiado la decisión que tomé.—Sus ojos café miraban mi rostro 
con cariño de padre—. Deserté como Komandantoj, le dije a Tobías que 
debíamos reunirnos con los demás miembros del Consejo para discutirlo y 
hacerlo oficial.
—Pero papá....
—Me dedicaré a ti y
 a Regina, no puedo tener a mis hermanos bajo mi cargo cuando sé que 
conmigo no estarían a salvo, siempre velaré por ustedes dos antes—confesó—.
 La gente que quiere hacer daño siempre buscará doblegarte dándote donde
 más te duele, y no es un golpe físico. Hay gente muy poderosa allá 
afuera que querrá que hagas lo que ellos quieran, trabajar para sus 
intereses destructivos de los menos afortunados, Clarke, la ambición nos
 gobierna.
—Lo sé—lo he vivido en mi carne—. ¿Cómo se libraron de la ejecución?
—Se descubrió 
la verdad, y sé que lo merecíamos pero Patro Caín intercedió por Regina y
 por mí, y como es nuestro Creador, a pesar de mantener su distancia con
 nosotros, su palabra tiene mucho peso en el Consejo.
—Entonces espero conocerlo para agradecerle—sonreí. 
—Tal vez lo 
hagas, va estar mucho tiempo por la ciudad, aunque salga poco en público
 creo que hemos forjado una importante alianza.
   Terminé mi bebida.
—Me alegra—sonreí—. Ahora voy a instalarme, ¿mamá salió a algún lado?
—Sí, está de compras, sabes que no le agrada mucho Tobías y mientras pueda estar lejos de él hará lo que sea—susurró sonriendo.
   Le di un beso en la mejilla, me levanté y empecé a rodar la maleta de camino a la salida.
—Bienvenida, Bala—lo escuché decir, me giré, le guiñé un ojo y le lancé un beso. 
   Bala era un 
apodo cariñoso que me puso al descubrir mi temperamento y la velocidad 
de réplica que tenía, no me quedaba callada ante nadie si veía alguna 
injusticia. Bala Perdida porque así me encontraron: perdida, sola, abandonada, huyendo hasta que Regina y él aparecieron.
   Supe que no 
eran humanos muy pronto, no me lo ocultaron, a mis ocho años de entonces
 conocía muchos secretos del mundo como la existencia de los Blood 
Drynka que era lengua antigua para Bebedores de Sangre. Pero tenían 
prohibido hacer daño a los humanos, su dieta consistía en sangre 
sintética que producían en sus laboratorios, éstos también llevaban a 
cabo investigaciones para ayudar a los humanos con las enfermedades que 
sus gobiernos dispersaban con la ayuda de otras farmacéuticas. Papá lo 
dijo: la ambición nos gobierna.
—Clarke, ¿por qué tenías que cargar con tantas cosas?—preguntó Fox cuando me vio llegar, estaba echado en mi cama.
—¿De qué te quejas? Tienes súper fuerza ¿o no?
—Te aprovechas de mí.
   Me acerqué a él, me senté a horcajadas e inmediatamente sentí sus manos en mis muslos.
—Si me aprovechara de ti lo sabrías, Foxy—susurré muy cerca de sus labios.
    Él se echó a reír, me acosté a su lado y lo cogí de la mano.
—Román se enfadará contigo por andar de coqueta conmigo—comentó riéndose de imaginarse la reacción de su novio.
—Soy su humana favorita, me adora, todos me adoran.
—Sí, Clarke, todos te adoran—recitó él.
   Giró la cara y yo hice lo mismo, miré sus verduscos ojos y acaricié su mejilla.
—¿Estás bien?—preguntó, su profunda voz era una de mis cosas favoritas.
—Mis padres están sanos y salvos, así que sí, estoy mejor que bien—sonreí—. Gracias por ser mi niñero, morenazo. Por cuidarme.
—Daría la vida por ti, Clarke, y no porque seas la hija de mis Señores, por ser tú. Mi hermana del alma.
—Deja de ponerte cursi—le besé los labios y salté de la cama—. Tomaré una ducha, ¿vienes?
—Retas la paciencia de Román—carcajeó.
   Me quité la 
ropa bailando rumbo al baño, Fox me siguió y se sentó en el sillón blanco que
 hacía juego con toda la ecléctica decoración del cuarto.
—¿Ya viste quién está aquí?—preguntó.
    Encendí la regadera.
—Grano en el Culo Valantyne, sí, estaba en el estudio con papá.
—Hay tres 
personas acompañándolo, no me gustaron nada, Clarke, parecían matones. 
Nada qué ver con el tipo de Guardia que suele acompañar a los 
Komandantoj cuando están de visita en otro país.
—Arath estará alerta ante cualquier eventualidad.
—No andes sola por la casa, es lo único que te pido—dijo.
—Tranquilo.
    Anunció que iría a 
buscar a Román para darle una sorpresa.
   Me vestí y salí con los 
obsequios de mis padres, con todo lo que hablé con Arath se me habían 
olvidado.
   A Regina le compré 
una pintura de un artista que descubrí durante mi estadía de tres 
semanas en Bodrum, era un hermoso puerto y se encuentra cada personaje 
en ese lugar. Mi madre era una apasionada del arte así que sabía de 
antemano que le gustaría ese obsequio; para Arath compré un athame de 
aspecto muy antiguo, yo lo llamaba cuchillo sin más, pero Fox siempre me
 corregía.
    Era de plata y la empuñadura terminaba en una bella piedra de color azul, la vaina que la guardaba era de bronce y tenía 
una inscripción en la hoja en algún idioma que turco no era, estaba 
segura. Tal vez papá lo conozca, él ha vivido siglos en la tierra, Fox 
no tenía ni puta idea, lo sé porque la traducción que me dio fue: 
"Entiérrame en el corazón de tu ex" lo que me sacó una carcajada en 
medio de un restaurante ganándome así las miradas de los comensales, pero poco me importaron ellos,
 liberé tensión gracias a eso, para entonces me había contado sobre la 
acusación hacia mis padres.
   Doblé por el 
pasillo y me detuve dando dos pasos atrás y escondiéndome en esa 
esquina. Valantyne hablaba con tres personas que asumí eran los tipos 
que Fox mencionó. Dos hombres y una mujer de cabello castaño, tan alta 
como Valantyne y los otros dos hombres.
     Me di la vuelta encontrándome con Valantyne frente a mí.
—¿Te perdiste en tu propia casa, Clarke?—preguntó el hombre.
—No, la habitación de mis padres queda por aquí—respondí dejándole ver que no me intimidaba—. ¿Usted se perdió, Mi Lord?
—Pasa buenas tardes, Clarke—sonrió.
    Lo vi irse por el 
pasillo en dirección contraria a mí, yo seguí con la idea de dejarle sus
 obsequios a mis padres en su habitación. Los acompañantes de Valantyne 
ya no estaban por ninguna parte.
   En los aposentos 
de mis padres bajé del caballete el lienzo inacabado que mamá tenía allí
 y en su lugar puse mi regalo para ella, era una noche de luna llena pero
 ésta tenía un color rojo que iba in crescendo por el cielo, y en el 
agua del lago en la que se reflejaba se avistaban unas ondas como si un 
sonido muy fuerte las ocasionara. Aquellas ondas me recordaron a la 
resonancia de la guitarra cuando padre la tocaba mientras ella y yo 
pintábamos. Sonreí satisfecha.
   El cuchillo lo dejé en el espacio que tenía el caballete para dejar los pinceles. 
   Bajé a merendar 
algo, y el resto de la tarde la pasé en mi dormitorio, madre aún no 
llegaba, cuando se iba de compras paraba todo en las tiendas que solía 
frecuentar así que pasaba horas en ellas y papá la dejaba, y si 
Valantyne se iba a quedar como huésped, pues durante su estadía, a las 
tiendas se les agotaría la mercancía. Reí de imaginar la situación. 
    Tomé una siesta para descansar del largo viaje; un ruido en el pasillo me 
despertó en la madrugada. Abrí la puerta y me asomé, no había nadie pero
 escuché voces así que salí. Los tres "amigos" de Valantyne se perdieron 
hacia las escaleras, fui detrás.
   Vale, que Fox 
me dijo que no anduviera sola por la casa mientras Tobías Valantyne 
fuese nuestro huésped pero éstos tramaban alguna cosa, y no creía que 
fuese buena; me paré al principio de las escaleras, algunos miembros de 
la Guardia Griffin andaban por allí, siempre hacían un recorrido fuera y
 dentro de la casa. Pero noté que las medidas de seguridad se habían 
vuelto más severas, lo que pasó en mi ausencia debía ser el motivo.
    Los 
acompañantes de Valantyne salieron. Me hice la loca y entré a la armería
 de la casa, cogí dos semiautomáticas Beretta 92 fabricadas 
especialmente para lanzar dardos de verbena, tomé varios de éstos para 
luego ir a mi habitación por una chaqueta y me dirigí al estacionamiento
 subterráneo, tomé prestadas las llaves del mercedes color plata de mi 
papá, subí y salí del estacionamiento usando el mando a distancia para 
abrir la puerta; pude ver cómo la reja de la entrada se abría para dejar
 salir  una camioneta negra, esperé un momento, presioné el botón del 
mando a distancia y la reja volvió a abrirse. A lo lejos la camioneta 
dobló a la izquierda.
    Los seguí hasta la ciudad, no tomó más de dos horas, mantuve la distancia.
   Aparcaron a una
 cuadra de un edificio residencial, los tres salieron y se separaron, 
uno de los hombres entró al edificio de la derecha y los otros dos 
cruzaron la carretera y entraron a un bar al lado del lujoso edificio 
residencial.
    Después de unos
 minutos el que se había quedado solo salió, los otros dos también 
salieron del bar. Bajé del coche cuando los vi entrar al edificio 
residencial; los dos hombres fueron a los elevadores mientras que la 
mujer se quedaba atrás para usar compulsión con la señora de recepción y
 el guardia de seguridad.
    Entré apenas se
 cerraron las puertas del elevador que usó ella aparte y fui al tercero 
tras verificar el piso al que se dirigía:  Penthouse.
     ¿A quién iban a ver allí?
    Las puertas se 
abrieron salí del elevador directa a esconderme y desde donde estaba vi 
que sólo entró uno de ellos al apartamento frente al cual se detuvieron,
 había forzado la puerta rompiendo una especie de pantalla al lado. Los 
otros dos esperaron afuera, posiblemente por si alguien se aparecía y 
les interrumpía la fiesta.
—Vamos, Lexa, 
puedes hacerlo mejor que esto—escuché hablar unos minutos después al 
Blood Drynka que estaba en el interior del apartamento.
    Me fijé en que 
no habían más puertas en ese pasillo, era un piso privado. Yo me 
encontraba escondida detrás de una columna de las cinco que allí había, 
eran negras, de mármol pulido. Y hasta allí se acercó la mujer, debió 
sentir mi aroma, contuve la respiración y fui girando a medida que se 
acercaba, entonces escuché un grito en una voz femenina.
—¡Octavia, agáchate!
   Salí corriendo 
hacia el apartamento y desarmé al otro Blood Drynka que fue a  apoyar a 
su compañero. El salón estaba en completa oscuridad.
    Le disparé tres
 dardos a quemarropa al Blood Drynka al que me enfrenté, habían dos 
chicas y una de ellas fue atacada por el que supuse era el líder del 
equipo. 
   Las escenas se 
sucedieron muy rápido: La muchacha que fue atacada cayó al suelo, su 
amiga tenía algo en la mano, parecía una espada y lo confirmé cuando le 
cortó la cabeza al hombre que arremetió contra su compañera. Dejó caer 
su espada, se agachó, arrodillándose y acomodando en su regazo la cabeza
 de su amiga herida.
—Le....Lexa....—dijo ésta en un hilo de voz.
—Yo te 
protejo.... Yo te protejo—susurraba la que respondía al nombre de Lexa—.
 No hables, maldito pulpo—la calló antes de que dijera algo más.
   Estaba tan 
distraída viendo la escena que no me percaté del momento en que la mujer
 Blood Drynka pasó veloz por mi lado y la cogió del cuello atravesando 
con el cuerpo de Lexa la ventana de cristal. Aproveché y cogí su espada 
para cortar la cabeza del otro sujeto que empezaba a removerse en el 
piso.
    Luego le disparé a la Blood Drynka que volvió el rostro.
—Maldita zorra—dijo.
—Ya sabía yo que nada bueno se traían entre manos.
   Halé el 
gatillo, y con ese segundo dardo fue suficiente para que perdiera el 
conocimiento, soltando a Lexa, por suerte había dado algunos pasos hacia
 ellas cuando la Blood Drynka estaba de espaldas a mí así que logré 
coger su mano antes de que se estrellara contra el suelo desde esa 
altura.
—Tardará en levantarse, ¡no te sueltes!—le dije haciendo un gran esfuerzo para no soltarla yo.
—¡Cómo si quisiera hacerlo!—exclamó—. ¡Súbeme, joder!
   Saqué fuerzas 
hasta de donde no las tenía para halarla, cayó sobre mí. Fueron apenas 
unos segundos pero sus ojos se clavaron en los míos, sentí una electricidad recorrer mi piel. Extraño.
    Se levantó y fue corriendo a por su amiga.
   Estaba 
desesperada, y me partió el corazón verla así. Arath alguna vez me 
enseñó que la verbena podía limpiar la ponzoña que el Blood Drynka 
segregaba al morder a su víctima humana, le disparé un dardo en la pierna a la 
chica cuyo nombre era Octavia.
—¡¡¡¿Perdiste la cabeza?!!!—me gritó Lexa.
—Ya me lo agradecerás—dije arreglando mi cabello.
    Ella se 
entretuvo viendo a su amiga y yo fui a coger el cuerpo de la mujer, se 
la llevaría a mi padre para que viera que Valantyne andaba haciendo 
cosas que iban en contra del tratado que había entre los humanos y 
ellos.
    Arrastré el cuerpo hasta la puerta.
—Es una dosis 
de verbena muy alta, y contrarrestará el poco veneno que tiene en su 
sistema, actuaste rápido al quitárselo de encima—la animé desde el umbral de la puerta—. De esos
 dos te encargas tú, Lexie—sonreí.
   Me llevé el 
cuerpo de la Blood Drynka arrastrando hasta el elevador, en recepción la
 mujer y el vigilante me ignoraron cuando salí, esperaba algún grito por
 ver a la desfallecida que llevaba. La compulsión no se había terminado.
   Antes de salir a la calle levanté a la Blood Drynka, su cabeza pegó de la puerta cuando salimos. No, no fue un accidente.
    La metí en el mercedes y volví con ella a casa.
   Valantyne 
tendría sus razones para atacar a esa chica pero Arath seguía siendo 
protector de sus hermanos aquí y él no podía llegar a desestabilizar el 
orden que acababan de recuperar después de lo ocurrido con Velkam 
Alyosha y la casi ejecución de mis padres.
    Podía apostar mi caballete a que Arath no tenía ni idea de que esto pasaría.
   Aparqué frente a
 la mansión a las cinco y media de la mañana, la mujer seguía noqueada. 
Fox salió disparado por la puerta cuando bajé del coche.
—Tus padres 
están preocu....—miró dentro del coche—. ¿Qué mierda haces con una de 
las vasallas de Valantyne inconsciente en el auto de tu padre?
—Bájala por favor.
—¡Clarke!—llamó Arath bajando la escalinata—. ¿Dónde demonios estabas metida? ¿Estás bien?
—Sí, pa....—no 
terminé de responder porque mi madre me abrazó y no me di cuenta de en 
qué momento lo había hecho, su dulce perfume me inundó las fosas 
nasales, era muy rico, supe que era ella y correspondí—. Estoy bien, 
estoy bien. Pero es que vi a la Guardia de Lord Valantyne actuar 
extraño, sé que debí decirle a alguien, debí buscarte, papá, pero 
quería.....
—Nunca serás 
una de nosotros, deja de intentar actuar como tal, no deberías 
intervenir en lo que no es de tu incumbencia. Sólo eres una frágil 
humana—soltó Valantyne despectivamente. Estaba de pie en la escalinata—.
 ¿Dónde están mis hombres, Arath? ¿Qué ha hecho tu hija?
—Padre, sus hombres fueron a atacar a dos chicas humanas.....
—Era necesario—alegó el Lord.
—¿Qué motivos 
tenías para hacerlo, Tobías?—preguntó mi padre—. Éstas cosas se discuten
 en grupo, yo sigo siendo Komandantoj, los Blood Drynka de este 
continente están bajo mi cuidado todavía. No puedes ir actuando a mis 
espaldas en contra de humanos sin siquiera informarme, y en todo caso no
 somos nosotros los que tomamos acciones, son los mismos líderes humanos
 quienes lo hacen. ¿Quieres provocar otro mal escenario como el que 
vivimos hace días?
—Las humanas 
que mandé a atacar forman parte de esos líderes humanos de los que 
hablas, una de ellas, por lo menos, era la nieta de Horace Tramell. 
¿Sabes a cuántos de los nuestros ejecutó esa familia en el pasado? Nos 
vigilan, Arath, estuvieron esa noche en Seattle, ¿acaso quieres que le 
vayan con algún informe a sus iguales?
—Asesinándolas sólo llamas la atención, imbécil—solté—. ¿O es lo que buscas?
—Bala, por 
favor—susurró mi padre—. Discutiremos esto adentro—le dijo a Valantyne, 
el Lord entró junto con la Guardia—. ¿Las chicas están bien?—me 
preguntó.
—Una sufrió una mordida pero le disparé un dardo de verbena, recordé lo que me dijiste.
—Me alegra verte a salvo, cariño—sonrió Regina, besó mis mejillas—. Gracias por la pintura, es preciosa.
—Querida, Fox, vayan con Valantyne, enseguida estaré con ustedes. Tengo que hablar con una señorita.
—No seas muy duro con ella—le dijo Regina.
    Fox cargó a la Blood Drynka que estaba en el coche y siguió a mi madre dentro de la casa.
—Sé que eres 
mayor de edad, Clarke, pero ¿te das cuenta de lo imprudente que fuiste? 
Pudieron lastimarte también.—No acostumbraba a levantarle la voz a mis 
padres, a ninguno, nunca lo había hecho. Callaba y escuchaba si me 
reprendían con razón, si teníamos alguna discusión intentaba no 
alterarme—. La próxima vez acude a mí, juntos lo resolveremos. Pude 
haberte acompañado.
—Lo siento, creo que sólo intentaba probarme algo a mí misma.
—¿Qué eres capaz de noquear a tres Blood Drynka's?—sonrió orgulloso.
—En realidad 
fueron dos, el tercero corrió por cuenta de una de las chicas a las que 
fueron a asesinar.—Arath me miró, tenía una divertida expresión en el 
rostro—. ¿Qué?
—Nada, Clarke, no pasa nada.
 Ahora
    Regina me dijo que 
Valantyne cedió a los intentos de mi padre de convencerlo para que 
dejara en paz a aquellas humanas. Yo no creía que fuese así de fácil y 
mi madre tampoco, así como mi padre quien tomó la decisión de reunirse 
en cualquier momento con Lexa Tramell Wood, ese era su nombre. 
   Salí en la noche sin 
compañía para no decir cosas que serían consideradas inapropiadas a 
Valantyne durante la cena, mi madre insistió en que llevara a Fox 
conmigo pero me apetecía más pasear sola. Arath me prestó su coche, lo 
que es mucho considerando que lo saqué sin su permiso en la madrugada; 
lo dejé aparcado en un lugar desde donde se veían las estrellas, y 
abajo, las luces de la ciudad.
   Saqué una manta y la 
tendí en el suelo, no pasó mucho tiempo cuando escuché el ruido de una 
moto. La apagaron, vi al conductor que se bajó con el casco puesto y 
caminó hacia el filo de la montaña, si mi padre supiera hasta donde metí
 su auto me daría a beber su sangre, luego me mataría, reviviría como 
Blood Drynka a causa de morir con su sangre en mi organismo y él 
volvería a matarme exponiéndome a la luz del día para carbonizarme. 
     ¡Vaya imaginación la mía!
   Noté que era una mujer 
que vestía una chaqueta de cuero y pantalones ajustados, unos guantes 
negros cubrían sus manos que llevó a su casco y se lo quitó lanzándolo a
 un lado con furia momento en que resbaló, corrí y pude agarrarla de la 
mano que casi suelto cuando me encontré con sus ojos de nuevo.
—Dos veces en un día. Estos encuentros no son para nada divertidos, Lexa—le dije.
—¡Suéltame!—contestó llena de rabia e intentando soltarse.
—No—repliqué—. Y como 
haya una próxima vez en que nos encontremos así, tampoco....—hice fuerza
 para ponerla a salvo arriba, conmigo—.....tampoco te soltaré. Ya nunca 
te soltaré.
   Dejó de forcejear y su
 mirada se engarzó a la mía, se sujetó más fuerte si cabía, y pensé en 
ese instante entre la vida y la muerte que era lo más hermoso que en mi vida había 
visto. 
 




 
¿ Claro, eso ya lo habías adelantado lo de la atracción entre Lexa y Clarke.
ResponderEliminarMe gusta lo rebeldía y valentía de algunos personajes femeninos.
Besos.