jueves, 18 de enero de 2018

Capítulo 5: Bala Perdida


Clarke

Flashback

Nueva York, Estados Unidos

   Rodé la maleta hasta el estudio de Arath, esa mañana llegué de Turquía con obsequios para él y Regina. Llevaba dos años sin verlos, manteníamos conversaciones telefónicas donde compartíamos anécdotas, sobre todo yo, a Regina le encantaba que le hablara de cómo iba mi viaje, me hacía relatarle cada detalle, hasta el más insignificante.
   Me gustaba Turquía, elegí ese país porque allí Arath y Regina me encontraron, allí los conocí, es el primer recuerdo bonito que tengo de aquel lugar, gracias a ellos creé más y no me daba miedo regresar siempre que tenía la oportunidad.
  
  No había mucho movimiento en la casa. Eso me preocupó porque mi razón de regresar tenía que ver con un rumor que llegó a mis oídos hace un par de días cuando descubrí que mis queridos padres adoptivos enviaron a alguien a seguirme; se registró un ataque en uno de los laboratorios del Grupo Griffin, y mis padres estaban siendo acusados de traición a la hermandad Blood Drynka y el Consejo los iba a enjuiciar.
   Abrí la puerta, solté el aire que estaba conteniendo cuando vi a Arath estrechando la mano de un hombre rubio.

Clarke—dijo sorprendido, perfecto, ese era el efecto que quería porque ni siquiera llamé para decir que volvería, tenía miedo de escuchar malas noticias, si las iba a tener que fuese en persona—. Tobías, ya conoces a mi hija—su tono cambió cuando se dirigió a su acompañante, fue más bien cansino, parecía que le enfadaba la presencia del Komandantoj.
Clarke, por supuesto—la voz de Tobías era serena y serpentina—. La niña terrana que Regina y tú tienen de mascota pese a las prohibiciones.

No empecemos con eso, sabes que desde hace años tenemos permiso de que Clarke se quede con nosotros—replicó mi padre.

   Tobías Valantyne, un Lord Komandantoj perteneciente al Consejo Blood Drynka. Rubio, alto y delgado, de piel muy pálida, fina barbilla, ojos azules de mirada sagaz que infundía temor en quien mirara en ellos.
    Valantyne era peligroso, lo sentía desde niña.

¿Qué haces aquí?—preguntó Arath rodeando el escritorio y acercándose para darme un abrazo.

Creí que también era mi casa—respondí cuando me estrechó en sus brazos, miré a Valantyne por encima del hombro de mi padre, él también clavó su mirada en mí—. Tuve que enterarme por terceros que Regina y tú serían enjuiciados por crímenes contra vuestros hermanos, me preocupé, además me pusieron niñera—me quejé dándole un golpe en el brazo, más daño me hice yo en la mano por la musculatura en su bícep derecho.

No queríamos arruinarte el viaje, y no sabíamos que terminaríamos en esa situación—miró a Tobías—. Ya todo está arreglado. Y Valantyne se quedará unos días aquí en casa, espero no te molestes.

Los dejaré a solas, veo que tienen mucho de qué hablar—dijo el Blood Drynka dirigiendo sus pasos hacia la puerta, hasta en el caminar era sereno, como si flotara.

¿Dónde está Fox?—preguntó mi padre.

Cargando mis otras tres maletas.—Arath enarcó sus negras cejas y silbó de la sorpresa que le significaron mis palabras—. Cuéntame qué pasó. ¿Y por qué se queda él aquí? ¿No tiene su casa? ¿No puede ir a un hotel? ¿Dónde está mamá?

¡Ey! ¡Ey! Calma, calma, Bala—dijo llevándome al sofá que estaba pegado a la pared en ese impresionante estudio, fue al bar que hizo instalar en el 2003 y nos sirvió de beber, vodka para él, coñac para mí—. Mi querida Regina está bien, empecemos por allí. Y Fox debió decirte que lo enviamos por tu seguridad debido a lo que estaba pasando aquí, no podíamos arriesgarnos a que.....—tragó con dificultad—. No te mencionamos durante estos días pasados, como si no existieras, estabas bien donde estabas, protegida.

Sí, Fox mencionó que me estaba cuidando por órdenes vuestras.
  
   Arath acarició mi mejilla y sonrió, sus ojos brillaban por las lágrimas que intentaba contener.

Clarke, te vas a decepcionar de mí y de tu madre—aseguró sentándose a mi lado.

¿Por qué me decepcionaría de ustedes?—le pregunté dejando el vaso en la mesita de cristal que teníamos enfrente. ¿Sí son culpables de lo que se les acusaba?

    Arath parecía frustrado. 

—Estuve ayudando a alguien a causarle daño a mis hermanos Blood Drynka's—respondió con pesar—. Ese alguien era Velkam Alyosha.

    Me quedé anonadada tras escuchar ese nombre.
   Velkam era el Lord Komandantoj de los Blood Drynka's en Rusia, miembro del Consejo y un hombre muy querido entre ellos así que la sorpresa era inevitable.

—Admito que me dejé convencer por el ansia de querer deshacerme de la maldición de la Luz de Día, una debilidad que nos limita y ansiaba deshacerme de esa limitación. Eso buscaba Velkam en sus experimentos con Bebedores de Sangre, o al menos era una excusa para atraer a Caín y a su hija Sahar. Velkam me tendió una trampa cuando las cosas no empezaron a salir como él quería, y con Caín, su hija y algunos de sus allegados descubrimos que el Komandantoj ruso había sido poseído por otro ente, no era él mismo. Entrelazó su mano con la mía—. Todo este tiempo ayudé a otro ente a hacerle daño a mis hermanos porque quería provocar un enfrentamiento en nuestras filas, separarnos, e iniciar una guerra a niveles más altos al querer llamar la atención de los humanos también. Había alguien moviendo los hilos de ese ente que poseyó a Velkam Alyosha, sigue por ahí, un Titiritero.

Papá, ¿por qué no acudiste al Consejo cuando Velkam te buscó para hacer algo así?

Me tenía bajo amenaza. Primero por Regina, y después llegaste tú, no podía dejar que les hiciera daño, las puse por encima de mis hermanos. Mi deber era protegerlos y sin embargo los maté porque no podía perderlas a ustedes; abandoné mi deber a mis sentimientos.

     Lo abracé.

¿Te arrepientes?—le pregunté separándome de él.

No, cada vez que veo en los ojos de tu madre, cada vez que Fox me decía que estabas bien, que me enviaba fotografías tuyas sonriendo pensaba en que por nada habría cambiado la decisión que tomé.—Sus ojos café miraban mi rostro con cariño de padre—. Deserté como Komandantoj, le dije a Tobías que debíamos reunirnos con los demás miembros del Consejo para discutirlo y hacerlo oficial.

Pero papá....

Me dedicaré a ti y a Regina, no puedo tener a mis hermanos bajo mi cargo cuando sé que conmigo no estarían a salvo, siempre velaré por ustedes dos antes—confesó. La gente que quiere hacer daño siempre buscará doblegarte dándote donde más te duele, y no es un golpe físico. Hay gente muy poderosa allá afuera que querrá que hagas lo que ellos quieran, trabajar para sus intereses destructivos de los menos afortunados, Clarke, la ambición nos gobierna.

Lo sé—lo he vivido en mi carne—. ¿Cómo se libraron de la ejecución?

Se descubrió la verdad, y sé que lo merecíamos pero Patro Caín intercedió por Regina y por mí, y como es nuestro Creador, a pesar de mantener su distancia con nosotros, su palabra tiene mucho peso en el Consejo.

Entonces espero conocerlo para agradecerle—sonreí.

Tal vez lo hagas, va estar mucho tiempo por la ciudad, aunque salga poco en público creo que hemos forjado una importante alianza.

   Terminé mi bebida.

Me alegra—sonreí. Ahora voy a instalarme, ¿mamá salió a algún lado?
Sí, está de compras, sabes que no le agrada mucho Tobías y mientras pueda estar lejos de él hará lo que sea—susurró sonriendo.
 
   Le di un beso en la mejilla, me levanté y empecé a rodar la maleta de camino a la salida.

Bienvenida, Bala—lo escuché decir, me giré, le guiñé un ojo y le lancé un beso.

   Bala era un apodo cariñoso que me puso al descubrir mi temperamento y la velocidad de réplica que tenía, no me quedaba callada ante nadie si veía alguna injusticia. Bala Perdida porque así me encontraron: perdida, sola, abandonada, huyendo hasta que Regina y él aparecieron.
   Supe que no eran humanos muy pronto, no me lo ocultaron, a mis ocho años de entonces conocía muchos secretos del mundo como la existencia de los Blood Drynka que era lengua antigua para Bebedores de Sangre. Pero tenían prohibido hacer daño a los humanos, su dieta consistía en sangre sintética que producían en sus laboratorios, éstos también llevaban a cabo investigaciones para ayudar a los humanos con las enfermedades que sus gobiernos dispersaban con la ayuda de otras farmacéuticas. Papá lo dijo: la ambición nos gobierna.

Clarke, ¿por qué tenías que cargar con tantas cosas?—preguntó Fox cuando me vio llegar, estaba echado en mi cama.

¿De qué te quejas? Tienes súper fuerza ¿o no?

Te aprovechas de mí.

   Me acerqué a él, me senté a horcajadas e inmediatamente sentí sus manos en mis muslos.

Si me aprovechara de ti lo sabrías, Foxy—susurré muy cerca de sus labios.

    Él se echó a reír, me acosté a su lado y lo cogí de la mano.

Román se enfadará contigo por andar de coqueta conmigo—comentó riéndose de imaginarse la reacción de su novio.

Soy su humana favorita, me adora, todos me adoran.

Sí, Clarke, todos te adoran—recitó él.

   Giró la cara y yo hice lo mismo, miré sus verduscos ojos y acaricié su mejilla.

¿Estás bien?—preguntó, su profunda voz era una de mis cosas favoritas.

Mis padres están sanos y salvos, así que sí, estoy mejor que bien—sonreí—. Gracias por ser mi niñero, morenazo. Por cuidarme.

Daría la vida por ti, Clarke, y no porque seas la hija de mis Señores, por ser tú. Mi hermana del alma.

Deja de ponerte cursi—le besé los labios y salté de la cama—. Tomaré una ducha, ¿vienes?

Retas la paciencia de Román—carcajeó.

   Me quité la ropa bailando rumbo al baño, Fox me siguió y se sentó en el sillón blanco que hacía juego con toda la ecléctica decoración del cuarto.

¿Ya viste quién está aquí?—preguntó.

    Encendí la regadera.

Grano en el Culo Valantyne, sí, estaba en el estudio con papá.

Hay tres personas acompañándolo, no me gustaron nada, Clarke, parecían matones. Nada qué ver con el tipo de Guardia que suele acompañar a los Komandantoj cuando están de visita en otro país.

Arath estará alerta ante cualquier eventualidad.

No andes sola por la casa, es lo único que te pido—dijo.

Tranquilo.

    Anunció que iría a buscar a Román para darle una sorpresa.
   Me vestí y salí con los obsequios de mis padres, con todo lo que hablé con Arath se me habían olvidado.
   A Regina le compré una pintura de un artista que descubrí durante mi estadía de tres semanas en Bodrum, era un hermoso puerto y se encuentra cada personaje en ese lugar. Mi madre era una apasionada del arte así que sabía de antemano que le gustaría ese obsequio; para Arath compré un athame de aspecto muy antiguo, yo lo llamaba cuchillo sin más, pero Fox siempre me corregía.
    Era de plata y la empuñadura terminaba en una bella piedra de color azul, la vaina que la guardaba era de bronce y tenía una inscripción en la hoja en algún idioma que turco no era, estaba segura. Tal vez papá lo conozca, él ha vivido siglos en la tierra, Fox no tenía ni puta idea, lo sé porque la traducción que me dio fue: "Entiérrame en el corazón de tu ex" lo que me sacó una carcajada en medio de un restaurante ganándome así las miradas de los comensales, pero poco me importaron ellos, liberé tensión gracias a eso, para entonces me había contado sobre la acusación hacia mis padres.
    
   Doblé por el pasillo y me detuve dando dos pasos atrás y escondiéndome en esa esquina. Valantyne hablaba con tres personas que asumí eran los tipos que Fox mencionó. Dos hombres y una mujer de cabello castaño, tan alta como Valantyne y los otros dos hombres.
     Me di la vuelta encontrándome con Valantyne frente a mí.

¿Te perdiste en tu propia casa, Clarke?—preguntó el hombre.

No, la habitación de mis padres queda por aquí—respondí dejándole ver que no me intimidaba—. ¿Usted se perdió, Mi Lord?

Pasa buenas tardes, Clarke—sonrió.

    Lo vi irse por el pasillo en dirección contraria a mí, yo seguí con la idea de dejarle sus obsequios a mis padres en su habitación. Los acompañantes de Valantyne ya no estaban por ninguna parte.
   En los aposentos de mis padres bajé del caballete el lienzo inacabado que mamá tenía allí y en su lugar puse mi regalo para ella, era una noche de luna llena pero ésta tenía un color rojo que iba in crescendo por el cielo, y en el agua del lago en la que se reflejaba se avistaban unas ondas como si un sonido muy fuerte las ocasionara. Aquellas ondas me recordaron a la resonancia de la guitarra cuando padre la tocaba mientras ella y yo pintábamos. Sonreí satisfecha.
   El cuchillo lo dejé en el espacio que tenía el caballete para dejar los pinceles.
   Bajé a merendar algo, y el resto de la tarde la pasé en mi dormitorio, madre aún no llegaba, cuando se iba de compras paraba todo en las tiendas que solía frecuentar así que pasaba horas en ellas y papá la dejaba, y si Valantyne se iba a quedar como huésped, pues durante su estadía, a las tiendas se les agotaría la mercancía. Reí de imaginar la situación.
    Tomé una siesta para descansar del largo viaje; un ruido en el pasillo me despertó en la madrugada. Abrí la puerta y me asomé, no había nadie pero escuché voces así que salí. Los tres "amigos" de Valantyne se perdieron hacia las escaleras, fui detrás.
   Vale, que Fox me dijo que no anduviera sola por la casa mientras Tobías Valantyne fuese nuestro huésped pero éstos tramaban alguna cosa, y no creía que fuese buena; me paré al principio de las escaleras, algunos miembros de la Guardia Griffin andaban por allí, siempre hacían un recorrido fuera y dentro de la casa. Pero noté que las medidas de seguridad se habían vuelto más severas, lo que pasó en mi ausencia debía ser el motivo.
    Los acompañantes de Valantyne salieron. Me hice la loca y entré a la armería de la casa, cogí dos semiautomáticas Beretta 92 fabricadas especialmente para lanzar dardos de verbena, tomé varios de éstos para luego ir a mi habitación por una chaqueta y me dirigí al estacionamiento subterráneo, tomé prestadas las llaves del mercedes color plata de mi papá, subí y salí del estacionamiento usando el mando a distancia para abrir la puerta; pude ver cómo la reja de la entrada se abría para dejar salir una camioneta negra, esperé un momento, presioné el botón del mando a distancia y la reja volvió a abrirse. A lo lejos la camioneta dobló a la izquierda.
    Los seguí hasta la ciudad, no tomó más de dos horas, mantuve la distancia.
   Aparcaron a una cuadra de un edificio residencial, los tres salieron y se separaron, uno de los hombres entró al edificio de la derecha y los otros dos cruzaron la carretera y entraron a un bar al lado del lujoso edificio residencial.
    Después de unos minutos el que se había quedado solo salió, los otros dos también salieron del bar. Bajé del coche cuando los vi entrar al edificio residencial; los dos hombres fueron a los elevadores mientras que la mujer se quedaba atrás para usar compulsión con la señora de recepción y el guardia de seguridad.
    Entré apenas se cerraron las puertas del elevador que usó ella aparte y fui al tercero tras verificar el piso al que se dirigía:  Penthouse.
     ¿A quién iban a ver allí?
    Las puertas se abrieron salí del elevador directa a esconderme y desde donde estaba vi que sólo entró uno de ellos al apartamento frente al cual se detuvieron, había forzado la puerta rompiendo una especie de pantalla al lado. Los otros dos esperaron afuera, posiblemente por si alguien se aparecía y les interrumpía la fiesta.

Vamos, Lexa, puedes hacerlo mejor que esto—escuché hablar unos minutos después al Blood Drynka que estaba en el interior del apartamento.

    Me fijé en que no habían más puertas en ese pasillo, era un piso privado. Yo me encontraba escondida detrás de una columna de las cinco que allí había, eran negras, de mármol pulido. Y hasta allí se acercó la mujer, debió sentir mi aroma, contuve la respiración y fui girando a medida que se acercaba, entonces escuché un grito en una voz femenina.

¡Octavia, agáchate!

   Salí corriendo hacia el apartamento y desarmé al otro Blood Drynka que fue a apoyar a su compañero. El salón estaba en completa oscuridad.
    Le disparé tres dardos a quemarropa al Blood Drynka al que me enfrenté, habían dos chicas y una de ellas fue atacada por el que supuse era el líder del equipo.
   Las escenas se sucedieron muy rápido: La muchacha que fue atacada cayó al suelo, su amiga tenía algo en la mano, parecía una espada y lo confirmé cuando le cortó la cabeza al hombre que arremetió contra su compañera. Dejó caer su espada, se agachó, arrodillándose y acomodando en su regazo la cabeza de su amiga herida.

Le....Lexa....—dijo ésta en un hilo de voz.

Yo te protejo.... Yo te protejo—susurraba la que respondía al nombre de Lexa—. No hables, maldito pulpo—la calló antes de que dijera algo más.

   Estaba tan distraída viendo la escena que no me percaté del momento en que la mujer Blood Drynka pasó veloz por mi lado y la cogió del cuello atravesando con el cuerpo de Lexa la ventana de cristal. Aproveché y cogí su espada para cortar la cabeza del otro sujeto que empezaba a removerse en el piso.
    Luego le disparé a la Blood Drynka que volvió el rostro.

Maldita zorra—dijo.

Ya sabía yo que nada bueno se traían entre manos.

   Halé el gatillo, y con ese segundo dardo fue suficiente para que perdiera el conocimiento, soltando a Lexa, por suerte había dado algunos pasos hacia ellas cuando la Blood Drynka estaba de espaldas a mí así que logré coger su mano antes de que se estrellara contra el suelo desde esa altura.

Tardará en levantarse, ¡no te sueltes!—le dije haciendo un gran esfuerzo para no soltarla yo.

¡Cómo si quisiera hacerlo!—exclamó—. ¡Súbeme, joder!

   Saqué fuerzas hasta de donde no las tenía para halarla, cayó sobre mí. Fueron apenas unos segundos pero sus ojos se clavaron en los míos, sentí una electricidad recorrer mi piel. Extraño.
    Se levantó y fue corriendo a por su amiga.
   Estaba desesperada, y me partió el corazón verla así. Arath alguna vez me enseñó que la verbena podía limpiar la ponzoña que el Blood Drynka segregaba al morder a su víctima humana, le disparé un dardo en la pierna a la chica cuyo nombre era Octavia.

¡¡¡¿Perdiste la cabeza?!!!—me gritó Lexa.

Ya me lo agradecerás—dije arreglando mi cabello.

    Ella se entretuvo viendo a su amiga y yo fui a coger el cuerpo de la mujer, se la llevaría a mi padre para que viera que Valantyne andaba haciendo cosas que iban en contra del tratado que había entre los humanos y ellos.
    Arrastré el cuerpo hasta la puerta.

Es una dosis de verbena muy alta, y contrarrestará el poco veneno que tiene en su sistema, actuaste rápido al quitárselo de encima—la animé desde el umbral de la puerta—. De esos dos te encargas tú, Lexie—sonreí.
    
   Me llevé el cuerpo de la Blood Drynka arrastrando hasta el elevador, en recepción la mujer y el vigilante me ignoraron cuando salí, esperaba algún grito por ver a la desfallecida que llevaba. La compulsión no se había terminado.
   Antes de salir a la calle levanté a la Blood Drynka, su cabeza pegó de la puerta cuando salimos. No, no fue un accidente.
    La metí en el mercedes y volví con ella a casa.
   Valantyne tendría sus razones para atacar a esa chica pero Arath seguía siendo protector de sus hermanos aquí y él no podía llegar a desestabilizar el orden que acababan de recuperar después de lo ocurrido con Velkam Alyosha y la casi ejecución de mis padres.
    Podía apostar mi caballete a que Arath no tenía ni idea de que esto pasaría.
   Aparqué frente a la mansión a las cinco y media de la mañana, la mujer seguía noqueada. Fox salió disparado por la puerta cuando bajé del coche.

Tus padres están preocu....—miró dentro del coche—. ¿Qué mierda haces con una de las vasallas de Valantyne inconsciente en el auto de tu padre?

Bájala por favor.

¡Clarke!—llamó Arath bajando la escalinata—. ¿Dónde demonios estabas metida? ¿Estás bien?

Sí, pa....—no terminé de responder porque mi madre me abrazó y no me di cuenta de en qué momento lo había hecho, su dulce perfume me inundó las fosas nasales, era muy rico, supe que era ella y correspondí—. Estoy bien, estoy bien. Pero es que vi a la Guardia de Lord Valantyne actuar extraño, sé que debí decirle a alguien, debí buscarte, papá, pero quería.....

Nunca serás una de nosotros, deja de intentar actuar como tal, no deberías intervenir en lo que no es de tu incumbencia. Sólo eres una frágil humana—soltó Valantyne despectivamente. Estaba de pie en la escalinata—. ¿Dónde están mis hombres, Arath? ¿Qué ha hecho tu hija?

Padre, sus hombres fueron a atacar a dos chicas humanas.....

Era necesario—alegó el Lord.

¿Qué motivos tenías para hacerlo, Tobías?—preguntó mi padre—. Éstas cosas se discuten en grupo, yo sigo siendo Komandantoj, los Blood Drynka de este continente están bajo mi cuidado todavía. No puedes ir actuando a mis espaldas en contra de humanos sin siquiera informarme, y en todo caso no somos nosotros los que tomamos acciones, son los mismos líderes humanos quienes lo hacen. ¿Quieres provocar otro mal escenario como el que vivimos hace días?

Las humanas que mandé a atacar forman parte de esos líderes humanos de los que hablas, una de ellas, por lo menos, era la nieta de Horace Tramell. ¿Sabes a cuántos de los nuestros ejecutó esa familia en el pasado? Nos vigilan, Arath, estuvieron esa noche en Seattle, ¿acaso quieres que le vayan con algún informe a sus iguales?

Asesinándolas sólo llamas la atención, imbécil—solté—. ¿O es lo que buscas?

Bala, por favor—susurró mi padre—. Discutiremos esto adentro—le dijo a Valantyne, el Lord entró junto con la Guardia—. ¿Las chicas están bien?—me preguntó.

Una sufrió una mordida pero le disparé un dardo de verbena, recordé lo que me dijiste.

Me alegra verte a salvo, cariño—sonrió Regina, besó mis mejillas—. Gracias por la pintura, es preciosa.

Querida, Fox, vayan con Valantyne, enseguida estaré con ustedes. Tengo que hablar con una señorita.

No seas muy duro con ella—le dijo Regina.

    Fox cargó a la Blood Drynka que estaba en el coche y siguió a mi madre dentro de la casa.

Sé que eres mayor de edad, Clarke, pero ¿te das cuenta de lo imprudente que fuiste? Pudieron lastimarte también.—No acostumbraba a levantarle la voz a mis padres, a ninguno, nunca lo había hecho. Callaba y escuchaba si me reprendían con razón, si teníamos alguna discusión intentaba no alterarme—. La próxima vez acude a mí, juntos lo resolveremos. Pude haberte acompañado.

Lo siento, creo que sólo intentaba probarme algo a mí misma.

¿Qué eres capaz de noquear a tres Blood Drynka's?—sonrió orgulloso.

En realidad fueron dos, el tercero corrió por cuenta de una de las chicas a las que fueron a asesinar.—Arath me miró, tenía una divertida expresión en el rostro—. ¿Qué?

Nada, Clarke, no pasa nada.

 Ahora

    Regina me dijo que Valantyne cedió a los intentos de mi padre de convencerlo para que dejara en paz a aquellas humanas. Yo no creía que fuese así de fácil y mi madre tampoco, así como mi padre quien tomó la decisión de reunirse en cualquier momento con Lexa Tramell Wood, ese era su nombre.
   Salí en la noche sin compañía para no decir cosas que serían consideradas inapropiadas a Valantyne durante la cena, mi madre insistió en que llevara a Fox conmigo pero me apetecía más pasear sola. Arath me prestó su coche, lo que es mucho considerando que lo saqué sin su permiso en la madrugada; lo dejé aparcado en un lugar desde donde se veían las estrellas, y abajo, las luces de la ciudad.
   Saqué una manta y la tendí en el suelo, no pasó mucho tiempo cuando escuché el ruido de una moto. La apagaron, vi al conductor que se bajó con el casco puesto y caminó hacia el filo de la montaña, si mi padre supiera hasta donde metí su auto me daría a beber su sangre, luego me mataría, reviviría como Blood Drynka a causa de morir con su sangre en mi organismo y él volvería a matarme exponiéndome a la luz del día para carbonizarme. 
     ¡Vaya imaginación la mía!
   Noté que era una mujer que vestía una chaqueta de cuero y pantalones ajustados, unos guantes negros cubrían sus manos que llevó a su casco y se lo quitó lanzándolo a un lado con furia momento en que resbaló, corrí y pude agarrarla de la mano que casi suelto cuando me encontré con sus ojos de nuevo.

—Dos veces en un día. Estos encuentros no son para nada divertidos, Lexa—le dije.

—¡Suéltame!—contestó llena de rabia e intentando soltarse.

—No—repliqué—. Y como haya una próxima vez en que nos encontremos así, tampoco....—hice fuerza para ponerla a salvo arriba, conmigo—.....tampoco te soltaré. Ya nunca te soltaré.

   Dejó de forcejear y su mirada se engarzó a la mía, se sujetó más fuerte si cabía, y pensé en ese instante entre la vida y la muerte que era lo más hermoso que en mi vida había visto.




Capítulo 4: Linaje Maldito

Lexa

   Una mujer de la servidumbre anunció que el almuerzo ya estaba servido, la rubia se detuvo a medio camino del bar, Matthew me invitó a acompañarlos al salón comedor y ella nos siguió a paso lento. Ya a la mesa tomó asiento en la silla frente a mí, yo estaba a la derecha de Matthew Carlysle que se sentó a la cabecera de la mesa, su mujer se sentó en la otra punta, su hijo Dorian a mi lado y Claudia al lado de "Ame".
   Claudia le susurró algo al oído, ella negó con la cabeza y me miró de reojo.
  "Debe sentirse como si se limpiaran algunos pecados, ¿no crees?", había dicho. Capté el mensaje. Ella sabía que la Armada que mi familia comanda se encargó de sus padres dejándolas a ella y a su hermana sin hogar, dejándolas huérfanas; no tengo idea de cómo se desarrolló todo, ese día, ni quiero imaginarlo, pero entendería su hostilidad, y cargaría con lo que los Comandantes anteriores a mí habían hecho, con lo que mi familia le había hecho. Era de esperar esa vacía mirada en sus ojos que se clavó en los míos.

—Y dígame, Matthew, ¿cómo supo que me encontraba en la ciudad?—pregunté, picando la carne que me sirvieron en el plato—. Ni siquiera me reporté con usted cuando mi Segunda y yo llegamos a cumplir con la orden que se nos dio, sé que Lucrecia debió haberle dicho sobre por qué vine pero ella no sabía que yo había regresado de Seattle, de hecho le dije que me quedaría allí para investigar un poco más sobre lo que sucedió.

—Le mentiste a Lucrecia, fuiste osada al haberlo hecho, Lexa, pero tengo ojos vigilando en cada parte del país—respondió él sonriendo. Noté que Claudia parecía perdida cuando nos miró.

—Sí, ojos que yo controlo y sé cómo evitar a la perfección—sonreí. Probé un bocado y seguí cortando—. Una ya no puede tener un lugar secreto al que escapar cuando necesita algo de paz—comenté—. Tendré que empezar a revisar a mi personal de confianza.

—Un momento—intervino Claudia, sus grandes y dulces ojos café pasaron de su tío a mí—, ¿a qué te refieres con "ojos que yo controlo"?—inquirió abriendo y cerrando comillas en el aire con los dedos.

—Sabes que tu tío y yo financiamos a varios gobiernos, y ayudamos a hacer de este mundo un mejor lugar—habló Helena adelantándose a mí y a su marido, vi a Ame rodar los ojos, intuí que esa mentira ya le cansaba—. Pues la familia de Lexa hace lo propio por nuestra seguridad, nombra una agencia de inteligencia y allí estarán metidas las manos de los Tramell-Wood. CIA, MI6, El Mossad, sólo por nombrar algunos. Los tentáculos de los TW lo abarcan todo.

—El Brazo Armado de la Élite—comentó Ame, dio un trago largo a su copa de vino dejándola vacía.

—¿No se espían mutuamente?—preguntó Claudia—. ¿Cómo una sola persona controla agencias de inteligencia si....?

—Es un juego, Clau—respondió Ame—. Lo entenderás con el tiempo, si a mis padres les sale del corazón no mantenerte más en la ignorancia.

—Ya basta, Amanda—dijo con calma Matthew.

—Salud.—La joven levantó la copa en respuesta a la serena orden del señor Carlysle pero concentró su mirada en mí.

—Disculpa a mi hermana, Lexa—intercedió Dorian—. Tuvo que cancelar un evento en Los Hamptons por pedido de papá.

—¡Oh! Espero no ser la causante de esa cancelación.—Ame enarcó una ceja—. Nunca he ido a Los Hamptons, ¿sería posible que alguna vez pueda mostrarme el lugar?—le dije.

—Podemos quedar cuando gustes—contestó ella.

—Eso sería muy satisfactorio para todos—dijo Matthew—, los Tramell son muy herméticos, no hemos tenido la mejor relación desde que tu abuelo fue patriarca de la familia. Tal vez las cosas puedan cambiar contigo a la cabeza.

   Así que ese era el motivo de su invitación.
   No era un secreto que había heredado el espíritu rebelde de mi abuelo, desde niña me tenían fichada. Con la muerte de Horace yo sería la próxima Comandante, y era mejor tenerme de amiga a tenerme de enemiga, podían eliminarme en cualquier momento porque ya me sabían una amenaza, pero al parecer preferían optar por el lado pacífico e intentar manipularme con falsa amabilidad. Vigilar si mi comportamiento era apropiado según sus estándares.

—Tal vez—sonreí.

    Seguro se reunieron a mis espaldas, me habían excluido de todo para vigilar mi comportamiento y ver si era capaz de ostentar mi título como lo habían hecho mis antepasados, sin cuestionar acciones, sin oponerme a sus órdenes, adorando mi lugar mientras pisoteaban a los lacayos que no sabían que lo eran o se hacían los idiotas; seguiría la corriente sin llegar a causarle decepción a Horace donde quiera que esté, y obtendría las respuestas de su parte, por algo me dejó migajas a seguir para resolver los misterios de nuestro linaje y el de cada uno de Los Sabios.
   Hasta ahora me habían negado el conocimiento que se le revelaba al nuevo patriarca de una de las Trece familias, en su momento Horace tomó precaución para protegerme de esa Verdad porque era muy niña y no entendería o era una información demasiado fuerte como para ser procesada por alguien en esa edad, algo difícil de creer. Guardó todo lejos de Ellos. Y estaba segura de que habían buscado esa información, Matthew, Lucrecia y compañía conocían bien a Horace, no se iría sin dejar a su sucesora material de importancia que Ellos no me dejarían conocer hasta estar seguros de que su sucesora era el tipo de persona que querían dentro de sus filas. 
     No encontraron nada, mi abuelo lo escondió todo muy bien.
   Matthew no me interrogó sobre lo ocurrido en Seattle, esa información llegaría a él cuando nos reuniéramos para hablar sobre el particular con los demás. Con su familia nos limitamos a hablar de otros asuntos, pasada una media hora después del almuerzo Ame se levantó diciendo que aún estaba a tiempo de llegar al evento al que fue invitada en Los Hamptons.
   A los veinte minutos de su salida me despedí de Matthew y lo que quedaba de los Carlysle excusándome en lo enferma que se encontraba Octavia y no podía dejarla sola por tanto tiempo.

—Ha sido agradable conocer a tu familia, Matthew, a tu hija sólo la había visto alguna vez en televisión por las entrevistas que le han hecho. Es una chica interesante, sin duda.

—Gracias por haber aceptado la invitación de mi marido, espero podamos repetir, serás bienvenida las veces que quieras, guapa—dijo Helena.

—Muchísimas gracias, eres muy amable.

   Dorian besó el reverso de mi mano al despedirse.

—Si Amanda cambia de opinión siempre puedo llevarte yo a Los Hamptons—sonrió guiñándome un ojo.

—Lo tomaré en cuenta—contesté.

   Estreché la mano de Claudia y tras eso me marché.
   Esperé a que el valet me trajera el coche, como dejé el móvil en la guantera fue lo primero que revisé antes de ponerme en marcha. Tenía un mensaje de Octavia:
   
   Te vas a volver loca cuando veas de qué van los otros archivos.

  Me puse ansiosa, lástima que no podía acelerar, habían demasiados coches enfrente.
   De regreso volví a pasar por SaharGlobal, vi salir a Amanda del edificio, aparqué más adelante y bajé del auto. Tenía la mirada en su móvil, ni siquiera me sintió llegar.

—Qué corto ha sido el tiempo que pasé lejos de usted, señorita Carlysle—dije parándome detrás de ella, no se sobresaltó, giró la cara y miró alrededor con estudiada sutileza—. ¿Sabe su padre que anda visitando a un posible enemigo de sus ideales?—le pregunté.

—Los ideales de mi padre no son los míos, Lexa, a diferencia de otros yo no sigo un legado familiar—respondió mirándome de arriba a abajo—. ¿Me estás siguiendo?

—Para nada, me dirigía a mi casa cuando te he visto salir de este lugar.

—Amy—llamaron, ella se volvió—. Quiere que vuelvas a subir.

   Era Drako Višnjić quien había bajado a buscarla, rubio y de ojos azules, alto y de estilizada figura. Sus cejas eran espesas, muy negras y bien arregladas, la adusta expresión de su rostro hablaba de un hombre muy severo. Vestía un traje oscuro, una camisa blanca bajo el saco, informal, sin corbata.
   Amanda hablaba con mucha familiaridad con él negándose a subir, y diciéndole que la dejara en paz...

—....no quiero nada de él—terminó diciendo. Drako me miró antes de marcharse—. Un gusto verte de nuevo, pero tengo que irme—se dirigió a mí y empezó a caminar en dirección contraria.

—¿Qué tipo de relación tienes con Bélikov? Parecía algo muy personal lo que discutías con el VP de esa empresa—dije siguiéndola.

—No es tu problema, y más te vale que no se lo digas a mi padre—respondió.

   La cogí de la muñeca y la acerqué a mí.

—Sé lo que es el VP—susurré—. ¿Lo sabes tú?

   Amanda se liberó de mi agarre y esta vez fue ella quien me cogió del brazo y me arrastró a un callejón.

—Es humano—dijo.

—Estuve en Seattle, sé lo que vi, no recuerdo que los humanos corran tan rápido tipo velocidad vampírica. El VP de SaharGlobal es un Bebedor de Sangre, no te esfuerces en negarlo, la pregunta aquí es si tú lo sabías, y de nuevo, ¿qué relación tienes con Bélikov?

—¿Esto irá a parar al informe que le rindes al Consejo del cual eres esclava?—sonrió.

—Respóndeme, Amelia.

    Eso bastó para que su sonrisa se esfumara.

—Me estás confundiendo con alguien más—aseguró.

—No, de hecho sé muy bien quién eres—repliqué. Ella me empujó a un lado y se fue—. ¡Esto no se quedará así!—le advertí.

   Volví al coche, di un golpe al volante y me recosté en el asiento cerrando los ojos. Llené mis pulmones de aire, conté hasta diez soltándolo despacio, y seguí mi camino.
   La puerta del apartamento había sido arreglada, menos mal tenía un piso para mí sola sin vecinos que presenciaran lo que había pasado.
  Entré, vi a Aiden sentado en uno de los banquillos ante el desayunador, estaba más pálido de lo normal. Octavia estaba en el sofá con Raven viendo algo en la portátil, lo que sea lo pausaron y me observaron como si fuese un bicho raro.

—Al fin regresaste—suspiró Raven—. No tienes ni puta idea de lo que estás por ver.

   Le entregué las llaves a Octavia y me senté en medio de ambas, miré por encima de mi hombro a Aiden.

—¿Qué tiene?—les pregunté a ambas.

—Ve este vídeo por ti misma y luego veremos si no quedas igual—dijo Raven dándole play.

   Mi abuelo apareció sentado ante su escritorio en el estudio de su casa en Asturias, se me hizo un nudo en la garganta.

Hola, mi pequeña Lexa—dijo, hasta ese momento no me había dado cuenta de lo mucho que extrañaba escucharlo—. Campeón.....—sonreí, así llamaba a Aiden—. Espero haber hecho un buen trabajo escondiendo mis conocimientos para que sólo ustedes puedan dar con ellos. Sobre todo tú, Lexa, que eres la mayor y al yo partir pasarás a dirigir nuestra organización, representarás a nuestra familia como décimo tercer linaje, serás una de Los Sabios de Sión.—Raven se mordisqueaba las uñas atenta a las palabras de mi abuelo, era un mal hábito que salía a flote cuando estaba nerviosa. Octavia me tomó de la mano y sonrió cuando la miré—. Ambos han crecido escuchando el término décimo tercer linaje, pero nunca llegué a explicar a qué nos referíamos, por qué es tan especial ser quiénes somos. Peter y Sonja no querían que ustedes conocieran esa verdad o se vieran envueltos en este sucio juego, pero pienso distinto, creo que deben saber para estar alertas. La familia Carlysle, la familia Zarasúa, la familia Tramell, y demás que conforman nuestra Sociedad Secreta compartimos un ideal, yo fui el único representante de nuestra familia que comenzó a cuestionar ese ideal. Pero no es lo único que compartimos, tenemos una misma línea de sangre que se extiende hasta el inicio de los tiempos cuando el primer hombre y la primera mujer caminaban por este mundo y tuvieron hijos. Uno de ellos, Abel, tuvo a su vez descendencia....—pausé el vídeo.

—No es cierto—susurré—. Abel fue asesinado por Caín, ¿no?—Sí, no era muy dada a prestar mucha atención a las historias de la biblia.

—Sigue viendo—dijo O reproduciendo el vídeo.

—.....Lo sé, no es la historia que conocen, pero a medida que avancen, si deciden que quieren saber más, descubrirán que la historia que el mundo conoce es la que nosotros hemos escrito para ellos. Lexa, tú ya estás versada en el tema, sabes que ante todo somos historiadores y modificamos muchas cosas a nuestra conveniencia.

   Escuché a Aiden subir las escaleras. Raven se levantó antes de que yo lo hiciera.

—Yo iré con él—dijo caminando hacia las escaleras.

El ADN de Abel fue modificado siendo él un bebé no nato aún, somos especiales, Lexa, pero no me siento así, y tal vez tampoco te sientas de ese modo cuando sepas la verdad. Somos pocos, el linaje más cercano al Creador por ser Abel Su favorito. Linaje maldito. El Linaje de la Serpiente, la verdadera.....—Volví a pausar.

—Prepárate porque apenas es la punta del iceberg—dijo Octavia.

   Sus ojos verdes me miraron con tristeza, apretó más mi mano dejándome saber que me acompañaba y no me abandonaría.