Clarke
Flashback
Nueva York, Estados Unidos
Rodé la maleta hasta
el estudio de Arath, esa mañana llegué de Turquía con obsequios para él y
Regina. Llevaba dos años sin verlos, manteníamos conversaciones
telefónicas donde compartíamos anécdotas, sobre todo yo, a Regina le
encantaba que le hablara de cómo iba mi viaje, me hacía relatarle cada
detalle, hasta el más insignificante.
Me gustaba
Turquía, elegí ese país porque allí Arath y Regina me encontraron, allí
los conocí, es el primer recuerdo bonito que tengo de aquel lugar,
gracias a ellos creé más y no me daba miedo regresar siempre que tenía
la oportunidad.
No había mucho
movimiento en la casa. Eso me preocupó porque mi razón de regresar tenía
que ver con un rumor que llegó a mis oídos hace un par de días cuando
descubrí que mis queridos padres adoptivos enviaron a alguien a
seguirme; se registró un ataque en uno de los laboratorios del Grupo
Griffin, y mis padres estaban siendo acusados de traición a la hermandad
Blood Drynka y el Consejo los iba a enjuiciar.
Abrí la puerta, solté el aire que estaba conteniendo cuando vi a Arath estrechando la mano de un hombre rubio.
—Clarke—dijo
sorprendido, perfecto, ese era el efecto que quería porque ni siquiera
llamé para decir que volvería, tenía miedo de escuchar malas noticias,
si las iba a tener que fuese en persona—. Tobías, ya conoces a mi
hija—su tono cambió cuando se dirigió a su acompañante, fue más bien
cansino, parecía que le enfadaba la presencia del Komandantoj.
—Clarke, por
supuesto—la voz de Tobías era serena y serpentina—. La niña terrana que
Regina y tú tienen de mascota pese a las prohibiciones.
—No empecemos con eso, sabes que desde hace años tenemos permiso de que Clarke se quede con nosotros—replicó mi padre.
Tobías
Valantyne, un Lord Komandantoj perteneciente al Consejo Blood Drynka.
Rubio, alto y delgado, de piel muy pálida, fina barbilla, ojos azules de
mirada sagaz que infundía temor en quien mirara en ellos.
Valantyne era peligroso, lo sentía desde niña.
—¿Qué haces aquí?—preguntó Arath rodeando el escritorio y acercándose para darme un abrazo.
—Creí que
también era mi casa—respondí cuando me estrechó en sus brazos, miré a
Valantyne por encima del hombro de mi padre, él también clavó su mirada
en mí—. Tuve que enterarme por terceros que Regina y tú serían
enjuiciados por crímenes contra vuestros hermanos, me preocupé, además
me pusieron niñera—me quejé dándole un golpe en el brazo, más daño me
hice yo en la mano por la musculatura en su bícep derecho.
—No queríamos
arruinarte el viaje, y no sabíamos que terminaríamos en esa
situación—miró a Tobías—. Ya todo está arreglado. Y Valantyne se quedará
unos días aquí en casa, espero no te molestes.
—Los dejaré a
solas, veo que tienen mucho de qué hablar—dijo el Blood Drynka
dirigiendo sus pasos hacia la puerta, hasta en el caminar era sereno,
como si flotara.
—¿Dónde está Fox?—preguntó mi padre.
—Cargando mis otras
tres maletas.—Arath enarcó sus negras cejas y silbó de la sorpresa que le
significaron mis palabras—. Cuéntame qué pasó. ¿Y por qué se queda él
aquí? ¿No tiene su casa? ¿No puede ir a un hotel? ¿Dónde está mamá?
—¡Ey! ¡Ey! Calma,
calma, Bala—dijo llevándome al sofá que estaba pegado a la pared en ese
impresionante estudio, fue al bar que hizo instalar en el 2003 y nos
sirvió de beber, vodka para él, coñac para mí—. Mi querida Regina está
bien, empecemos por allí. Y Fox debió decirte que lo enviamos por tu
seguridad debido a lo que estaba pasando aquí, no podíamos arriesgarnos a
que.....—tragó con dificultad—. No te mencionamos durante estos días pasados, como si no existieras, estabas bien donde estabas, protegida.
—Sí, Fox mencionó que me estaba cuidando por órdenes vuestras.
Arath acarició mi mejilla y sonrió, sus ojos brillaban por las lágrimas que intentaba contener.
—Clarke, te vas a decepcionar de mí y de tu madre—aseguró sentándose a mi lado.
—¿Por qué me decepcionaría de ustedes?—le pregunté dejando el vaso en la mesita de cristal que teníamos enfrente—. ¿Sí son culpables de lo que se les acusaba?
Arath parecía frustrado.
—Estuve ayudando a alguien a causarle daño a mis hermanos Blood Drynka's—respondió con pesar—. Ese alguien era Velkam Alyosha.
Me quedé anonadada tras escuchar ese nombre.
Velkam era el Lord
Komandantoj de los Blood Drynka's en Rusia, miembro del Consejo y un
hombre muy querido entre ellos así que la sorpresa era inevitable.
—Admito que me dejé
convencer por el ansia de querer deshacerme de la maldición de la Luz de
Día, una debilidad que nos limita y ansiaba deshacerme de esa
limitación. Eso buscaba Velkam en sus experimentos con Bebedores de
Sangre, o al menos era una excusa para atraer a Caín y a su hija Sahar.
Velkam me tendió una trampa cuando las cosas no empezaron a salir como
él quería, y con Caín, su hija y algunos de sus allegados descubrimos
que el Komandantoj ruso había sido poseído por otro ente, no era él
mismo. —Entrelazó su mano con la mía—. Todo este tiempo ayudé a
otro ente a hacerle daño a mis hermanos porque quería provocar un
enfrentamiento en nuestras filas, separarnos, e iniciar una guerra a
niveles más altos al querer llamar la atención de los humanos también.
Había alguien moviendo los hilos de ese ente que poseyó a Velkam
Alyosha, sigue por ahí, un Titiritero.
—Papá, ¿por qué no acudiste al Consejo cuando Velkam te buscó para hacer algo así?
—Me tenía bajo
amenaza. Primero por Regina, y después llegaste tú, no podía dejar que les hiciera daño, las puse por
encima de mis hermanos. Mi deber era protegerlos y sin embargo los maté
porque no podía perderlas a ustedes; abandoné mi deber a mis
sentimientos.
Lo abracé.
—¿Te arrepientes?—le pregunté separándome de él.
—No, cada vez que
veo en los ojos de tu madre, cada vez que Fox me decía que estabas bien,
que me enviaba fotografías tuyas sonriendo pensaba en que por nada
habría cambiado la decisión que tomé.—Sus ojos café miraban mi rostro
con cariño de padre—. Deserté como Komandantoj, le dije a Tobías que
debíamos reunirnos con los demás miembros del Consejo para discutirlo y
hacerlo oficial.
—Pero papá....
—Me dedicaré a ti y
a Regina, no puedo tener a mis hermanos bajo mi cargo cuando sé que
conmigo no estarían a salvo, siempre velaré por ustedes dos antes—confesó—.
La gente que quiere hacer daño siempre buscará doblegarte dándote donde
más te duele, y no es un golpe físico. Hay gente muy poderosa allá
afuera que querrá que hagas lo que ellos quieran, trabajar para sus
intereses destructivos de los menos afortunados, Clarke, la ambición nos
gobierna.
—Lo sé—lo he vivido en mi carne—. ¿Cómo se libraron de la ejecución?
—Se descubrió
la verdad, y sé que lo merecíamos pero Patro Caín intercedió por Regina y
por mí, y como es nuestro Creador, a pesar de mantener su distancia con
nosotros, su palabra tiene mucho peso en el Consejo.
—Entonces espero conocerlo para agradecerle—sonreí.
—Tal vez lo
hagas, va estar mucho tiempo por la ciudad, aunque salga poco en público
creo que hemos forjado una importante alianza.
Terminé mi bebida.
—Me alegra—sonreí—. Ahora voy a instalarme, ¿mamá salió a algún lado?
—Sí, está de compras, sabes que no le agrada mucho Tobías y mientras pueda estar lejos de él hará lo que sea—susurró sonriendo.
Le di un beso en la mejilla, me levanté y empecé a rodar la maleta de camino a la salida.
—Bienvenida, Bala—lo escuché decir, me giré, le guiñé un ojo y le lancé un beso.
Bala era un
apodo cariñoso que me puso al descubrir mi temperamento y la velocidad
de réplica que tenía, no me quedaba callada ante nadie si veía alguna
injusticia. Bala Perdida porque así me encontraron: perdida, sola, abandonada, huyendo hasta que Regina y él aparecieron.
Supe que no
eran humanos muy pronto, no me lo ocultaron, a mis ocho años de entonces
conocía muchos secretos del mundo como la existencia de los Blood
Drynka que era lengua antigua para Bebedores de Sangre. Pero tenían
prohibido hacer daño a los humanos, su dieta consistía en sangre
sintética que producían en sus laboratorios, éstos también llevaban a
cabo investigaciones para ayudar a los humanos con las enfermedades que
sus gobiernos dispersaban con la ayuda de otras farmacéuticas. Papá lo
dijo: la ambición nos gobierna.
—Clarke, ¿por qué tenías que cargar con tantas cosas?—preguntó Fox cuando me vio llegar, estaba echado en mi cama.
—¿De qué te quejas? Tienes súper fuerza ¿o no?
—Te aprovechas de mí.
Me acerqué a él, me senté a horcajadas e inmediatamente sentí sus manos en mis muslos.
—Si me aprovechara de ti lo sabrías, Foxy—susurré muy cerca de sus labios.
Él se echó a reír, me acosté a su lado y lo cogí de la mano.
—Román se enfadará contigo por andar de coqueta conmigo—comentó riéndose de imaginarse la reacción de su novio.
—Soy su humana favorita, me adora, todos me adoran.
—Sí, Clarke, todos te adoran—recitó él.
Giró la cara y yo hice lo mismo, miré sus verduscos ojos y acaricié su mejilla.
—¿Estás bien?—preguntó, su profunda voz era una de mis cosas favoritas.
—Mis padres están sanos y salvos, así que sí, estoy mejor que bien—sonreí—. Gracias por ser mi niñero, morenazo. Por cuidarme.
—Daría la vida por ti, Clarke, y no porque seas la hija de mis Señores, por ser tú. Mi hermana del alma.
—Deja de ponerte cursi—le besé los labios y salté de la cama—. Tomaré una ducha, ¿vienes?
—Retas la paciencia de Román—carcajeó.
Me quité la
ropa bailando rumbo al baño, Fox me siguió y se sentó en el sillón blanco que
hacía juego con toda la ecléctica decoración del cuarto.
—¿Ya viste quién está aquí?—preguntó.
Encendí la regadera.
—Grano en el Culo Valantyne, sí, estaba en el estudio con papá.
—Hay tres
personas acompañándolo, no me gustaron nada, Clarke, parecían matones.
Nada qué ver con el tipo de Guardia que suele acompañar a los
Komandantoj cuando están de visita en otro país.
—Arath estará alerta ante cualquier eventualidad.
—No andes sola por la casa, es lo único que te pido—dijo.
—Tranquilo.
Anunció que iría a
buscar a Román para darle una sorpresa.
Me vestí y salí con los
obsequios de mis padres, con todo lo que hablé con Arath se me habían
olvidado.
A Regina le compré
una pintura de un artista que descubrí durante mi estadía de tres
semanas en Bodrum, era un hermoso puerto y se encuentra cada personaje
en ese lugar. Mi madre era una apasionada del arte así que sabía de
antemano que le gustaría ese obsequio; para Arath compré un athame de
aspecto muy antiguo, yo lo llamaba cuchillo sin más, pero Fox siempre me
corregía.
Era de plata y la empuñadura terminaba en una bella piedra de color azul, la vaina que la guardaba era de bronce y tenía
una inscripción en la hoja en algún idioma que turco no era, estaba
segura. Tal vez papá lo conozca, él ha vivido siglos en la tierra, Fox
no tenía ni puta idea, lo sé porque la traducción que me dio fue:
"Entiérrame en el corazón de tu ex" lo que me sacó una carcajada en
medio de un restaurante ganándome así las miradas de los comensales, pero poco me importaron ellos,
liberé tensión gracias a eso, para entonces me había contado sobre la
acusación hacia mis padres.
Doblé por el
pasillo y me detuve dando dos pasos atrás y escondiéndome en esa
esquina. Valantyne hablaba con tres personas que asumí eran los tipos
que Fox mencionó. Dos hombres y una mujer de cabello castaño, tan alta
como Valantyne y los otros dos hombres.
Me di la vuelta encontrándome con Valantyne frente a mí.
—¿Te perdiste en tu propia casa, Clarke?—preguntó el hombre.
—No, la habitación de mis padres queda por aquí—respondí dejándole ver que no me intimidaba—. ¿Usted se perdió, Mi Lord?
—Pasa buenas tardes, Clarke—sonrió.
Lo vi irse por el
pasillo en dirección contraria a mí, yo seguí con la idea de dejarle sus
obsequios a mis padres en su habitación. Los acompañantes de Valantyne
ya no estaban por ninguna parte.
En los aposentos
de mis padres bajé del caballete el lienzo inacabado que mamá tenía allí
y en su lugar puse mi regalo para ella, era una noche de luna llena pero
ésta tenía un color rojo que iba in crescendo por el cielo, y en el
agua del lago en la que se reflejaba se avistaban unas ondas como si un
sonido muy fuerte las ocasionara. Aquellas ondas me recordaron a la
resonancia de la guitarra cuando padre la tocaba mientras ella y yo
pintábamos. Sonreí satisfecha.
El cuchillo lo dejé en el espacio que tenía el caballete para dejar los pinceles.
Bajé a merendar
algo, y el resto de la tarde la pasé en mi dormitorio, madre aún no
llegaba, cuando se iba de compras paraba todo en las tiendas que solía
frecuentar así que pasaba horas en ellas y papá la dejaba, y si
Valantyne se iba a quedar como huésped, pues durante su estadía, a las
tiendas se les agotaría la mercancía. Reí de imaginar la situación.
Tomé una siesta para descansar del largo viaje; un ruido en el pasillo me
despertó en la madrugada. Abrí la puerta y me asomé, no había nadie pero
escuché voces así que salí. Los tres "amigos" de Valantyne se perdieron
hacia las escaleras, fui detrás.
Vale, que Fox
me dijo que no anduviera sola por la casa mientras Tobías Valantyne
fuese nuestro huésped pero éstos tramaban alguna cosa, y no creía que
fuese buena; me paré al principio de las escaleras, algunos miembros de
la Guardia Griffin andaban por allí, siempre hacían un recorrido fuera y
dentro de la casa. Pero noté que las medidas de seguridad se habían
vuelto más severas, lo que pasó en mi ausencia debía ser el motivo.
Los
acompañantes de Valantyne salieron. Me hice la loca y entré a la armería
de la casa, cogí dos semiautomáticas Beretta 92 fabricadas
especialmente para lanzar dardos de verbena, tomé varios de éstos para
luego ir a mi habitación por una chaqueta y me dirigí al estacionamiento
subterráneo, tomé prestadas las llaves del mercedes color plata de mi
papá, subí y salí del estacionamiento usando el mando a distancia para
abrir la puerta; pude ver cómo la reja de la entrada se abría para dejar
salir una camioneta negra, esperé un momento, presioné el botón del
mando a distancia y la reja volvió a abrirse. A lo lejos la camioneta
dobló a la izquierda.
Los seguí hasta la ciudad, no tomó más de dos horas, mantuve la distancia.
Aparcaron a una
cuadra de un edificio residencial, los tres salieron y se separaron,
uno de los hombres entró al edificio de la derecha y los otros dos
cruzaron la carretera y entraron a un bar al lado del lujoso edificio
residencial.
Después de unos
minutos el que se había quedado solo salió, los otros dos también
salieron del bar. Bajé del coche cuando los vi entrar al edificio
residencial; los dos hombres fueron a los elevadores mientras que la
mujer se quedaba atrás para usar compulsión con la señora de recepción y
el guardia de seguridad.
Entré apenas se
cerraron las puertas del elevador que usó ella aparte y fui al tercero
tras verificar el piso al que se dirigía: Penthouse.
¿A quién iban a ver allí?
Las puertas se
abrieron salí del elevador directa a esconderme y desde donde estaba vi
que sólo entró uno de ellos al apartamento frente al cual se detuvieron,
había forzado la puerta rompiendo una especie de pantalla al lado. Los
otros dos esperaron afuera, posiblemente por si alguien se aparecía y
les interrumpía la fiesta.
—Vamos, Lexa,
puedes hacerlo mejor que esto—escuché hablar unos minutos después al
Blood Drynka que estaba en el interior del apartamento.
Me fijé en que
no habían más puertas en ese pasillo, era un piso privado. Yo me
encontraba escondida detrás de una columna de las cinco que allí había,
eran negras, de mármol pulido. Y hasta allí se acercó la mujer, debió
sentir mi aroma, contuve la respiración y fui girando a medida que se
acercaba, entonces escuché un grito en una voz femenina.
—¡Octavia, agáchate!
Salí corriendo
hacia el apartamento y desarmé al otro Blood Drynka que fue a apoyar a
su compañero. El salón estaba en completa oscuridad.
Le disparé tres
dardos a quemarropa al Blood Drynka al que me enfrenté, habían dos
chicas y una de ellas fue atacada por el que supuse era el líder del
equipo.
Las escenas se
sucedieron muy rápido: La muchacha que fue atacada cayó al suelo, su
amiga tenía algo en la mano, parecía una espada y lo confirmé cuando le
cortó la cabeza al hombre que arremetió contra su compañera. Dejó caer
su espada, se agachó, arrodillándose y acomodando en su regazo la cabeza
de su amiga herida.
—Le....Lexa....—dijo ésta en un hilo de voz.
—Yo te
protejo.... Yo te protejo—susurraba la que respondía al nombre de Lexa—.
No hables, maldito pulpo—la calló antes de que dijera algo más.
Estaba tan
distraída viendo la escena que no me percaté del momento en que la mujer
Blood Drynka pasó veloz por mi lado y la cogió del cuello atravesando
con el cuerpo de Lexa la ventana de cristal. Aproveché y cogí su espada
para cortar la cabeza del otro sujeto que empezaba a removerse en el
piso.
Luego le disparé a la Blood Drynka que volvió el rostro.
—Maldita zorra—dijo.
—Ya sabía yo que nada bueno se traían entre manos.
Halé el
gatillo, y con ese segundo dardo fue suficiente para que perdiera el
conocimiento, soltando a Lexa, por suerte había dado algunos pasos hacia
ellas cuando la Blood Drynka estaba de espaldas a mí así que logré
coger su mano antes de que se estrellara contra el suelo desde esa
altura.
—Tardará en levantarse, ¡no te sueltes!—le dije haciendo un gran esfuerzo para no soltarla yo.
—¡Cómo si quisiera hacerlo!—exclamó—. ¡Súbeme, joder!
Saqué fuerzas
hasta de donde no las tenía para halarla, cayó sobre mí. Fueron apenas
unos segundos pero sus ojos se clavaron en los míos, sentí una electricidad recorrer mi piel. Extraño.
Se levantó y fue corriendo a por su amiga.
Estaba
desesperada, y me partió el corazón verla así. Arath alguna vez me
enseñó que la verbena podía limpiar la ponzoña que el Blood Drynka
segregaba al morder a su víctima humana, le disparé un dardo en la pierna a la
chica cuyo nombre era Octavia.
—¡¡¡¿Perdiste la cabeza?!!!—me gritó Lexa.
—Ya me lo agradecerás—dije arreglando mi cabello.
Ella se
entretuvo viendo a su amiga y yo fui a coger el cuerpo de la mujer, se
la llevaría a mi padre para que viera que Valantyne andaba haciendo
cosas que iban en contra del tratado que había entre los humanos y
ellos.
Arrastré el cuerpo hasta la puerta.
—Es una dosis
de verbena muy alta, y contrarrestará el poco veneno que tiene en su
sistema, actuaste rápido al quitárselo de encima—la animé desde el umbral de la puerta—. De esos
dos te encargas tú, Lexie—sonreí.
Me llevé el
cuerpo de la Blood Drynka arrastrando hasta el elevador, en recepción la
mujer y el vigilante me ignoraron cuando salí, esperaba algún grito por
ver a la desfallecida que llevaba. La compulsión no se había terminado.
Antes de salir a la calle levanté a la Blood Drynka, su cabeza pegó de la puerta cuando salimos. No, no fue un accidente.
La metí en el mercedes y volví con ella a casa.
Valantyne
tendría sus razones para atacar a esa chica pero Arath seguía siendo
protector de sus hermanos aquí y él no podía llegar a desestabilizar el
orden que acababan de recuperar después de lo ocurrido con Velkam
Alyosha y la casi ejecución de mis padres.
Podía apostar mi caballete a que Arath no tenía ni idea de que esto pasaría.
Aparqué frente a
la mansión a las cinco y media de la mañana, la mujer seguía noqueada.
Fox salió disparado por la puerta cuando bajé del coche.
—Tus padres
están preocu....—miró dentro del coche—. ¿Qué mierda haces con una de
las vasallas de Valantyne inconsciente en el auto de tu padre?
—Bájala por favor.
—¡Clarke!—llamó Arath bajando la escalinata—. ¿Dónde demonios estabas metida? ¿Estás bien?
—Sí, pa....—no
terminé de responder porque mi madre me abrazó y no me di cuenta de en
qué momento lo había hecho, su dulce perfume me inundó las fosas
nasales, era muy rico, supe que era ella y correspondí—. Estoy bien,
estoy bien. Pero es que vi a la Guardia de Lord Valantyne actuar
extraño, sé que debí decirle a alguien, debí buscarte, papá, pero
quería.....
—Nunca serás
una de nosotros, deja de intentar actuar como tal, no deberías
intervenir en lo que no es de tu incumbencia. Sólo eres una frágil
humana—soltó Valantyne despectivamente. Estaba de pie en la escalinata—.
¿Dónde están mis hombres, Arath? ¿Qué ha hecho tu hija?
—Padre, sus hombres fueron a atacar a dos chicas humanas.....
—Era necesario—alegó el Lord.
—¿Qué motivos
tenías para hacerlo, Tobías?—preguntó mi padre—. Éstas cosas se discuten
en grupo, yo sigo siendo Komandantoj, los Blood Drynka de este
continente están bajo mi cuidado todavía. No puedes ir actuando a mis
espaldas en contra de humanos sin siquiera informarme, y en todo caso no
somos nosotros los que tomamos acciones, son los mismos líderes humanos
quienes lo hacen. ¿Quieres provocar otro mal escenario como el que
vivimos hace días?
—Las humanas
que mandé a atacar forman parte de esos líderes humanos de los que
hablas, una de ellas, por lo menos, era la nieta de Horace Tramell.
¿Sabes a cuántos de los nuestros ejecutó esa familia en el pasado? Nos
vigilan, Arath, estuvieron esa noche en Seattle, ¿acaso quieres que le
vayan con algún informe a sus iguales?
—Asesinándolas sólo llamas la atención, imbécil—solté—. ¿O es lo que buscas?
—Bala, por
favor—susurró mi padre—. Discutiremos esto adentro—le dijo a Valantyne,
el Lord entró junto con la Guardia—. ¿Las chicas están bien?—me
preguntó.
—Una sufrió una mordida pero le disparé un dardo de verbena, recordé lo que me dijiste.
—Me alegra verte a salvo, cariño—sonrió Regina, besó mis mejillas—. Gracias por la pintura, es preciosa.
—Querida, Fox, vayan con Valantyne, enseguida estaré con ustedes. Tengo que hablar con una señorita.
—No seas muy duro con ella—le dijo Regina.
Fox cargó a la Blood Drynka que estaba en el coche y siguió a mi madre dentro de la casa.
—Sé que eres
mayor de edad, Clarke, pero ¿te das cuenta de lo imprudente que fuiste?
Pudieron lastimarte también.—No acostumbraba a levantarle la voz a mis
padres, a ninguno, nunca lo había hecho. Callaba y escuchaba si me
reprendían con razón, si teníamos alguna discusión intentaba no
alterarme—. La próxima vez acude a mí, juntos lo resolveremos. Pude
haberte acompañado.
—Lo siento, creo que sólo intentaba probarme algo a mí misma.
—¿Qué eres capaz de noquear a tres Blood Drynka's?—sonrió orgulloso.
—En realidad
fueron dos, el tercero corrió por cuenta de una de las chicas a las que
fueron a asesinar.—Arath me miró, tenía una divertida expresión en el
rostro—. ¿Qué?
—Nada, Clarke, no pasa nada.
Ahora
Regina me dijo que
Valantyne cedió a los intentos de mi padre de convencerlo para que
dejara en paz a aquellas humanas. Yo no creía que fuese así de fácil y
mi madre tampoco, así como mi padre quien tomó la decisión de reunirse
en cualquier momento con Lexa Tramell Wood, ese era su nombre.
Salí en la noche sin
compañía para no decir cosas que serían consideradas inapropiadas a
Valantyne durante la cena, mi madre insistió en que llevara a Fox
conmigo pero me apetecía más pasear sola. Arath me prestó su coche, lo
que es mucho considerando que lo saqué sin su permiso en la madrugada;
lo dejé aparcado en un lugar desde donde se veían las estrellas, y
abajo, las luces de la ciudad.
Saqué una manta y la
tendí en el suelo, no pasó mucho tiempo cuando escuché el ruido de una
moto. La apagaron, vi al conductor que se bajó con el casco puesto y
caminó hacia el filo de la montaña, si mi padre supiera hasta donde metí
su auto me daría a beber su sangre, luego me mataría, reviviría como
Blood Drynka a causa de morir con su sangre en mi organismo y él
volvería a matarme exponiéndome a la luz del día para carbonizarme.
¡Vaya imaginación la mía!
Noté que era una mujer
que vestía una chaqueta de cuero y pantalones ajustados, unos guantes
negros cubrían sus manos que llevó a su casco y se lo quitó lanzándolo a
un lado con furia momento en que resbaló, corrí y pude agarrarla de la
mano que casi suelto cuando me encontré con sus ojos de nuevo.
—Dos veces en un día. Estos encuentros no son para nada divertidos, Lexa—le dije.
—¡Suéltame!—contestó llena de rabia e intentando soltarse.
—No—repliqué—. Y como
haya una próxima vez en que nos encontremos así, tampoco....—hice fuerza
para ponerla a salvo arriba, conmigo—.....tampoco te soltaré. Ya nunca
te soltaré.
Dejó de forcejear y su
mirada se engarzó a la mía, se sujetó más fuerte si cabía, y pensé en
ese instante entre la vida y la muerte que era lo más hermoso que en mi vida había
visto.