Sentí la mirada de todos sobre mí, en especial la de mis padres, de hecho fue Arath quien habló.
—Mucho gusto, Arath Griffin—dijo adelantándose unos pasos y extendiéndole la mano a Lexa.
La chica miró la mano de mi padre y luego a mí, vi un esbozo de sonrisa en sus carnosos labios y decidió estrecharla.
—Lexa—dijo—. Es un placer, señor Griffin.
Caín seguía mirándome, después a Lexa y cruzó los brazos. Su expresión era bastante relajada; entonces mi madre se acercó también a la invitada sorpresa, todo después de mirarme de soslayo y sonreír con satisfacción.
—Regina Griffin—se presentó.
—Lexa. Encantada, señora Griffin.
—Eres muy guapa, Lexa—comentó mi madre.
Trágame tierra, te lo suplico, ahora.
Disimuladamente di unos golpecitos con la punta del pie al suelo, pero el jodido seguía allí, ni una grieta por la que huir. Y por la expresión divertida en su rostro supe que Lexa se había dado cuenta de lo que hice.
—Muchas gracias, usted no se queda atrás.
—Así que ésta es la Clarke de la que me habló, Lexa—dijo Caín.
—La misma, señor Bélikov—contestó ella.
Mis padres volvieron a mi lado, Arath me guiñó un ojo.
—Tienes buen gusto, obvio lo heredaste de mí—comentó tomando de la mano a Regina.
—Soy adoptada, no pude haberlo heredado de ti.
—¡Qué coño!—habló en un susurro—. ¿Eres adoptada?
—Déjala ya, Arath—rió Regina.
Vi que Lexa conversaba con Caín y me miraba de reojo.
—Lástima que sea menor, ¿crees que en algún momento podamos convencerla de unirse a nuestras orgías, querida?
—Todo puede ser que sí—le siguió el juego mi madre. Lo que no era un juego era el asunto de las orgías, ese era un hecho verídico. Libertinos.
—Dejarlo ya—dije hastiada.
—Diríjanse a él como Vládimir—aconsejó en voz baja Drako—, la chica no tiene idea de que él es Caín. Piensa que es un "subordinado de Caín", sospecha que tienen todos dentro de la Élite Terrana, nada han podido probar.
—Por favor, pasen y tomen asiento—dijo Caín sentándose en un sillón.
A su derecha estaba el sofá donde tomamos asiento mis padres, Román y yo, y a su izquierda estaban dos sillones más, blancos, como el que ocupaba él, que hacían juego con el sofá. Lexa se sentó en uno y Drako en el otro; en medio había una mesita de cristal con un florero en el centro que guardaba un precioso ramo de rosas rojas, habían detalles tribales en las columnas que se levantaban en los alrededores de la estancia. A espaldas de Lexa y Drako se encontraba una chimenea, y de las paredes colgaban cuadros con símbolos celtas.
—Lexa estuvo en la mañana en SaharGlobal y concertó una cita con Drako, quería verme para tratar un asunto muy delicado creo yo—dijo el dueño de la casa.
—Regina, Arath—levanté
la mirada al mismo tiempo que mis padres. Una mujer entró a la estancia,
tenía el pelo negro alisado, sus ojos azules brillaban de la emoción
cuando vio a mis padres. El vestido blanco de mangas largas que tenía
puesto se adaptaba muy bien a su figura, su sonrisa era de genuina
felicidad.
Arath y Regina la abrazaron, detrás de ella entró una rubia hablando con una chica morena y otro joven de cabello castaño.
—Lo siento, cielo—le dijo la mujer a Caín. Vale, era su esposa—. Estaba hablándole a los amigos de nuestra invitada de unos cuadros que llamaron su atención en el estudio—le explicó, Caín sonrió y asintió.
Amigos de Lexa. Los miré, ambos se situaron detrás de ella, como dos escoltas. La joven morena tenía rasgos latinos, era muy guapa y el muchacho igual de atractivo.
—Vaya, vaya—susurró Román.
—Puto—reí.
Entrelazó su mano con la mía y con sus labios cerca de mi oído dijo:
—La ojiverde no te quita la mirada de encima.
—Imaginas cosas—contradije.
—Ella es Clarke—me presentó mi madre. Me levanté de inmediato, la mujer me abrazó como si me conociera de siempre y no hice más que corresponderle bajo el desconcierto que me dejó su excesiva confianza—. Mi amor, ella es Circe, y ésta rubita de aquí es Faye Vesper.
Lexa giró la cara, pero
no me miró a mí sino a la chica que Regina acababa de presentarme, me di
cuenta de que estaba sorprendida. Cuando me pilló observándola volvió
su atención a Caín; la rubia que había entrado con Circe y los amigos de
Lexa sonrió y me estrechó la mano, sus ojos verdes me transmitieron una
profunda tristeza.
A mí me quedó la duda provocada por la reacción de Lexa.
—Circe—dije—. Es fascinante, he leído mucho sobre ti.
—No creas todo, preciosa—contestó ella. La Maga, la bruja de la que hablaban muchos mitos.
—¿Me echaron de menos, Arath, Regina?—preguntó Faye.
—Como a un dolor de muelas que hace tiempo no siento, rubita—le respondió mi padre—. Tú y Sahar son un grano en el culo.
Faye hizo una mueca de burla. Rubio platinado, su largo y lacio cabello era de un tono rubio plata, era muy guapa y tenía acento extranjero.
—Yo la convencí de que se los salvara—me dijo Faye en confidencia—. Bien, señor Bélikov, ¿para qué me quería?
Todos se sentaron menos los amigos de Lexa que seguían en su sitio, y Drako y Faye. El británico le cedió su asiento a Circe y Faye se quedó parada porque quiso.
—Serás una de los testigos de lo que aquí se convendrá esta tarde—respondió Caín. A continuación se dirigió a todos—: Como iba diciendo antes de que mi adorada esposa nos interrumpiera, Lexa se encontró con Drako esta mañana y concertaron una cita. Decidí aceptar reunirme con ella porque el asunto a tratar me pareció sumamente delicado, su casa fue invadida por tres sicarios, Blood Drynka's que estaban a los servicios de la Casa Valantyne. Una de sus amigas salió lastimada, ¿creen ustedes que no está en su derecho de tomar represalias contra el Señor de esa Casa?
—Lo está, señor Bélikov, está en todo su derecho—respondió mi padre—. De hecho hablé con Tobías, dijo que intentaba evitar que la señorita Tramell llevara a sus aliados un informe acerca de lo que vio en Seattle.
—Pero de la manera equivocada—terció Lexa muy seria.
—Y eso le dije—aseguró mi padre.
—¿No conocen el dialogo? ¿Todo lo resuelven con muerte?—preguntó Lexa.
—Disculpe, señorita, pero no debería hacer la misma pregunta dentro de su Círculo—contradijo papá. Vamos mal—. En primer lugar, ¿qué hacía en ese lugar aquella noche?
—Cuando vuestros hermanos empiezan a perder los papeles y aparecen cabezas decapitadas en medio de una ciudad, es cuando actuamos, nos incumbe y debemos buscar una solución favorable para todos, donde sus problemas internos no nos afecten a los humanos—respondió Lexa diplomáticamente—. Los 13 estuvimos de acuerdo en que debíamos investigar a qué se debió la muerte y exposición de la misma de Tristán Bogdánov. Mis aliados, como usted les llama, querían que viniera con una facción de la Armada, pero me negué y vine personalmente en compañía de mi Segunda Octavia Blake a la que uno de los sicarios del hombre que hospeda en su casa hirió de gravedad. Agradezco que su hija—me miró directo a los ojos—haya aparecido, de no ser por ella Octavia y yo no estaríamos con vida.
Mi padre sonrió, le gustó la forma en que Lexa habló, lo pillé admirándola y me encontré a mí misma haciendo lo mismo.
—Estuvimos en Seattle, sí—continuó—, vimos la noticia de la explosión de uno de vuestros laboratorios y lo maquillamos con la excusa de terrorismo empresarial. Hemos cubierto cada desastre que vuestra guerrita de hace días dejó. Suicidio grupal, desapariciones de personas en un bar, porque sí, sabemos que hubo una matanza en un bar en esa ciudad....
Faye miró a Regina y a Circe, ellas sabían algo.
—....sé que limpiaron dicho bar. Pero no le he dado mi informe aún a mis aliados, y cuando lo dé me aseguraré de decir que ya han arreglado vuestros problemas y no hace falta tomar represalias. De hecho omitiré que Lord Valantyne nos atacó a la señorita Blake y a mí, omitiré muchas cosas, haré como que no vi ni escuché nada en ese parque en Seattle esa noche. Pero pido algo a cambio—miró a Caín.
—Lexa quiere que quede escrito y firmado que ningún Blood Drynka se acercará a ella o a cualquier miembro de su familia, de ser así lo tomará como una amenaza y no tendrá consideración con él.—Mi padre estuvo de acuerdo, Regina también asintió—. Le haré saber a mi Señor Caín lo que aquí ha pasado, y te prometo que él apoyará tu proceder si llegara a darse esa situación, Lexa. Lo menos que queremos es perjudicar a los terranos, no puedo decir lo mismo de tus aliados.
—Creo que he terminado aquí—se levantó Lexa, evitando caer en una discusión. Ella sabía muy bien que la gente con la que trabajaba hacía cosas peores de las que hacían los Blood Drynka que eran considerados unos monstruos por todos los que conocían la leyenda del vampiro.
A veces me preguntaba quiénes eran los verdaderos monstruos.
Lexa saludó una última vez a mis padres y se dirigió al elevador privado en compañía de sus amigos.
—Ve—me susurró mi madre.
—¿Qué?
—Tú no eres una Bebedora de Sangre, ella se aseguró de ser específica, la orden no es contra ti.
Casi fue ella quien me cargó y me sacó del apartamento. Sonreí y caminé hacia las puertas, salí al pasillo para tomar uno de los elevadores. Estando en el vestíbulo salí disparada del aparato y la alcancé cuando ya iba por recepción.
—Lexa—la llamé, ella se volvió nada más escuchar su nombre. Sus amigos se detuvieron también, ella les dijo algo y se marcharon. La latina me miró y le sonrió al otro muchacho que se giró un poco mientras caminaba hacia la salida—. No esperaba verte aquí, pero....—pensé bien cada palabra y me decidí por decirlo—.....me alivia que estés bien.
Ella pareció no comprender.
—¿Y por qué no iba a estarlo?—preguntó.
—Es que esta madrugada cuando te has marchado, la forma en que lo hiciste me preocupó, y en vista de que querías caer....
—Lo nuestro parecen ser las madrugadas—sonrió. Respondí con una sonrisa también—. No te preocupes, Clarke, no quiero quitarme la vida y menos querría quitármela ahora.
¿En serio me estaba mirando como lo estaba haciendo? Había calor en sus ojos, el mismo que sentía en mi piel por cómo me estaba observando.
—No te sorprendiste cuando me has visto allá adentro—dije desviando la atención, y manteniendo la calma.
—Eso es porque escuché al señor Bélikov hablar con Drako sobre ti, Drako le dijo que Arath Griffin quería que te instruyeran como Assassin.—Eso pareció decepcionarla—. Felicidades, Clarke—sonrió con ironía—, lo has logrado. Oficialmente somos enemigas.
—No encuentro motivo alguno para ser tu enemiga.
—La Armada que dirijo vive enfrentándose en las sombras a los Assassins en los que te enlistarás. ¿Sabes qué? Olvídalo, quería disculparme por lo grosera que fui anoche, lo que dijiste es todo cierto, es lo que hace la gente de mi Círculo.
—Lexa, lo siento también.
Se encogió de hombros.
—No debí comparar a tu padre con Valantyne—dijo ella—, de hecho creo que tu padre es alguien con quien se puede hablar, ambos parecen ser buenas personas. Eres afortunada de que te hayan adoptado personas tan amables, ahora entiendo por qué te disgustó que dijera chupasangre.
—¿Te diste cuenta?
—No sabes disimular—y a ella le divertía.
Me tendió la mano, la estreché conteniendo la respiración.
—Le dije a tu madre que era hermosa, tú también lo eres no había reparado en eso porque nuestros dos últimos encuentros han sido en medio de la oscuridad.
—Dices todo lo que piensas, ¿no?
—Al menos lo intento, ser honesta no está mal.—Soltó mi mano y deseé que no lo hiciera, deseé volver a tomarla—. Hasta otro momento, Clarke—se despidió.
La vi marchar, me mordí el labio inferior y ella se volvió a medias antes de atravesar la puerta, sonrió y empujó hacia afuera para salir.
Volví con los demás al
piso de Caín donde en ese momento mi madre hablaba con Circe y Faye.
Arath estaba con Caín, Drako y Román. Me acerqué a mi madre que me llamó
con la mano.
—¿Hablaste con ella? ¿Todo bien?—preguntó.
—Hablamos en casa, mamá—le dije.
—Regina te estaba presumiendo—comentó la rubia que respondía al nombre de Faye—. ¿Eres artista?
Ruso, su acento era ruso, y tenía una complexión delgada pero con curvas acentuadas por un vestido rojo.
—Soy curadora en El Guggenheim, una de las más jóvenes, por eso a mamá le gusta hablar del tema.
—Eres muy talentosa, Clarke, siempre te lo he dicho—dijo mi madre.
—Me gustaría conocer tu trabajo, soy una fanática del arte—habló Circe.
—Me honraría que siendo usted quien es viera mis cuadros—acepté toda emocionada.
—Tutéame, estamos en confianza—Circe guiñó un ojo—. Te quedarás con nosotros, ahora que serás compañera de Faye durante tu entrenamiento como Assassin es lo más apropiado.
—No traje equipaje—contesté. Me había tomado desprevenida.
—Ya me encargaré de traértelo mañana, es para que te vayas familiarizando con tu futuro instructor y una de tus compañeras—mamá alternó la mirada entre Drako y Faye.
—¿Tú también estás aspirando a un puesto?
—Yo ya pertenezco a una facción, soy Novicia pero ya tengo mi lugar asegurado, sólo me instruirán. Y te advierto que así de tranquilo como lo ves es un maldito cuando se lo propone—susurró mirando a Drako—, yo ya le he pateado el culo un par de veces.
—Te oí, Faye—dijo Drako desde donde estaba.
—Jodida audición vampírica—se quejó la rubia.
Regina, Circe y yo reímos.
Faye seguía pareciéndome
triste, al menos su mirada no transmitía el ánimo que sentía en su
charla. Pensé en Lexa, pensé en nuestra corta conversación en el
vestíbulo del edificio, pensé incluso en su reacción cuando mi madre
pronunció el nombre completo de Faye, porque fue eso lo que llamó su
atención, ¿no?
Me distraje charlando
con mi madre, Circe y Faye, los difíciles días que tuvieron que pasar
juntas cuando no estuve las unió a ellas y a los caballeros que
discutían sobre Tobías Valantyne, llegué a escuchar su nombre.
—¿Valantyne no debió estar aquí?—le pregunté a mi madre interrumpiendo la conversación.
—Caín no le pidió a Arath que lo trajera para no empeorar todo, es mejor que Tobías crea que mi marido no está enterado de lo que hizo—explicó Circe—. Tendremos una vigilancia sobre él porque tuve una visión que no me gustó nada.
—Clarke—mi nombre fue pronunciado por Caín, se sentó en el sillón de antes—. Tú sola te encargaste de dos Blood Drynka, eso es de admirar, es muy interesante.
Estoy segura de que me sonrojé.
—Tuve un buen entrenamiento, Señor—respondí tratando de que no me temblara la voz, conseguí mostrarme segura.
—¿Qué te hizo actuar así? Hablo de salvar a éstas dos chicas sin siquiera saber si había una razón de peso para que alguien enviara a sus lacayos a matarlas. ¿Y si ellas hubiesen sido las malas?
—Tuve el presentimiento de que quien estaba actuando mal era Valantyne, Señor, mis padres nunca se secretean en casa y él lo estaba haciendo con sus hombres. Eso me dio a entender que haría algo que mi padre no aprobaría, y no podía permitir que las acciones que pensaban llevar a cabo esa noche terminaran por poner en peligro a mis padres.
—Pero te pusiste en peligro tú—dijo Caín.
—Confié en lo que he aprendido de Regina y Arath, y en los miembros de su Guardia—le sonreí a Román—. Y como ve no fallé, y no me equivoqué en lo que a Valantyne respecta.
Caín sonrió mirando a Arath y luego a Regina.
—Me agrada esta chica—aseguró—. Ten cuidado con Tobías Valantyne, Clarke, si lo conozco bien no dejará pasar que hayas interferido con sus planes para protegernos de Los 13.
—Con todo respeto, mi Señor, estoy segura de que Lord Valantyne se trae alguna cosa entre manos.
—Lo sabemos, mi esposa tuvo una visión sobre el futuro, estamos atentos. Fui yo quien le pidió a Arath que aceptara al Lord en su casa como huésped cuando éste se lo pidió, nos sorprendió que Tobías decidiera quedarse en este continente unos días después de que absolviéramos a tus padres. Por Circe sabemos que habrá una muerte y serán las manos de Tobías las que la lleven a cabo, pero no sabemos con certeza a quién asesinará y por qué, es oportuno que tus padres hayan decidido que te quedes con nosotros y te instruyas como Assassin, y es por esa visión que te pido que tengas mucho cuidado, la visión puede estar hablando de ti.
Regina apretó mi mano, la miré, al parecer habían hablado de mí cuando estuve en el vestíbulo conversando con Lexa. Seguro discutieron sobre si decirme o no, y como mis padres siempre han optado por hablarme con la verdad.... Me gustaba que fuese así.
Recordé lo que hace rato me había dicho Lexa.
—No le tengo miedo a la muerte, pero tengo la agenda muy ocupada como para morir ahora—parafraseé—. ¿Cuando empezamos con el entrenamiento?
Regina sonrió, Arath me guiñó un ojo. No me dejaría meter miedo por el futuro que Circe había visto, igual no estábamos seguros de que la víctima de Valantyne era yo, bien podía ser otra persona. Averiguaría las razones por las que el Blood Drynka decidió quedarse cuando debería estar al otro lado del mundo, callar a Lexa no era su única razón.
Y Lexa. Cruzaba los dedos y todo lo que tenía para que no se marchara de Nueva York todavía.