jueves, 29 de marzo de 2018

Capítulo 7: Mal Augurio


Clarke

   Sentí la mirada de todos sobre mí, en especial la de mis padres, de hecho fue Arath quien habló.

—Mucho gusto, Arath Griffin—dijo adelantándose unos pasos y extendiéndole la mano a Lexa.

   La chica miró la mano de mi padre y luego a mí, vi un esbozo de sonrisa en sus carnosos labios y decidió estrecharla.

—Lexa—dijo—. Es un placer, señor Griffin.

   Caín seguía mirándome, después a Lexa y cruzó los brazos. Su expresión era bastante relajada; entonces mi madre se acercó también a la invitada sorpresa, todo después de mirarme de soslayo y sonreír con satisfacción.

—Regina Griffin—se presentó.

—Lexa. Encantada, señora Griffin.

—Eres muy guapa, Lexa—comentó mi madre.

   Trágame tierra, te lo suplico, ahora
   Disimuladamente di unos golpecitos con la punta del pie al suelo, pero el jodido seguía allí, ni una grieta por la que huir. Y por la expresión divertida en su rostro supe que Lexa se había dado cuenta de lo que hice.

—Muchas gracias, usted no se queda atrás.

—Así que ésta es la Clarke de la que me habló, Lexa—dijo Caín.

—La misma, señor Bélikov—contestó ella.

    Mis padres volvieron a mi lado, Arath me guiñó un ojo.

—Tienes buen gusto, obvio lo heredaste de mí—comentó tomando de la mano a Regina.

—Soy adoptada, no pude haberlo heredado de ti.

—¡Qué coño!—habló en un susurro—. ¿Eres adoptada?

—Déjala ya, Arath—rió Regina.

    Vi que Lexa conversaba con Caín y me miraba de reojo.

—Lástima que sea menor, ¿crees que en algún momento podamos convencerla de unirse a nuestras orgías, querida?

—Todo puede ser que sí—le siguió el juego mi madre. Lo que no era un juego era el asunto de las orgías, ese era un hecho verídico. Libertinos.

—Dejarlo ya—dije hastiada.

—Diríjanse a él como Vládimir—aconsejó en voz baja Drako—, la chica no tiene idea de que él es Caín. Piensa que es un "subordinado de Caín", sospecha que tienen todos dentro de la Élite Terrana, nada han podido probar.

—Por favor, pasen y tomen asiento—dijo Caín sentándose en un sillón.

   A su derecha estaba el sofá donde tomamos asiento mis padres, Román y yo, y a su izquierda estaban dos sillones más, blancos, como el que ocupaba él, que hacían juego con el sofá. Lexa se sentó en uno y Drako en el otro; en medio había una mesita de cristal con un florero en el centro que guardaba un precioso ramo de rosas rojas, habían detalles tribales en las columnas que se levantaban en los alrededores de la estancia. A espaldas de Lexa y Drako se encontraba una chimenea, y de las paredes colgaban cuadros con símbolos celtas.

—Lexa estuvo en la mañana en SaharGlobal y concertó una cita con Drako, quería verme para tratar un asunto muy delicado creo yo—dijo el dueño de la casa.
—Regina, Arath—levanté la mirada al mismo tiempo que mis padres. Una mujer entró a la estancia, tenía el pelo negro alisado, sus ojos azules brillaban de la emoción cuando vio a mis padres. El vestido blanco de mangas largas que tenía puesto se adaptaba muy bien a su figura, su sonrisa era de genuina felicidad.

   Arath y Regina la abrazaron, detrás de ella entró una rubia hablando con una chica morena y otro joven de cabello castaño.

—Lo siento, cielo—le dijo la mujer a Caín. Vale, era su esposa—. Estaba hablándole a los amigos de nuestra invitada de unos cuadros que llamaron su atención en el estudio—le explicó, Caín sonrió y asintió.

   Amigos de Lexa. Los miré, ambos se situaron detrás de ella, como dos escoltas. La joven morena tenía rasgos latinos, era muy guapa y el muchacho igual de atractivo.

—Vaya, vaya—susurró Román.

—Puto—reí.

  Entrelazó su mano con la mía y con sus labios cerca de mi oído dijo:

—La ojiverde no te quita la mirada de encima.

—Imaginas cosas—contradije.

—Ella es Clarke—me presentó mi madre. Me levanté de inmediato, la mujer me abrazó como si me conociera de siempre y no hice más que corresponderle bajo el desconcierto que me dejó su excesiva confianza—. Mi amor, ella es Circe, y ésta rubita de aquí es Faye Vesper.

   Lexa giró la cara, pero no me miró a mí sino a la chica que Regina acababa de presentarme, me di cuenta de que estaba sorprendida. Cuando me pilló observándola volvió su atención a Caín; la rubia que había entrado con Circe y los amigos de Lexa sonrió y me estrechó la mano, sus ojos verdes me transmitieron una profunda tristeza.
   A mí me quedó la duda provocada por la reacción de Lexa.

—Circe—dije—. Es fascinante, he leído mucho sobre ti.

—No creas todo, preciosa—contestó ella. La Maga, la bruja de la que hablaban muchos mitos.

—¿Me echaron de menos, Arath, Regina?—preguntó Faye.

—Como a un dolor de muelas que hace tiempo no siento, rubita—le respondió mi padre—. Tú y Sahar son un grano en el culo.

   Faye hizo una mueca de burla. Rubio platinado, su largo y lacio cabello era de un tono rubio plata, era muy guapa y tenía acento extranjero.

—Yo la convencí de que se los salvara—me dijo Faye en confidencia—. Bien, señor Bélikov, ¿para qué me quería?

   Todos se sentaron menos los amigos de Lexa que seguían en su sitio, y Drako y Faye. El británico le cedió su asiento a Circe y Faye se quedó parada porque quiso.

—Serás una de los testigos de lo que aquí se convendrá esta tarde—respondió Caín. A continuación se dirigió a todos—: Como iba diciendo antes de que mi adorada esposa nos interrumpiera, Lexa se encontró con Drako esta mañana y concertaron una cita. Decidí aceptar reunirme con ella porque el asunto a tratar me pareció sumamente delicado, su casa fue invadida por tres sicarios, Blood Drynka's que estaban a los servicios de la Casa Valantyne. Una de sus amigas salió lastimada, ¿creen ustedes que no está en su derecho de tomar represalias contra el Señor de esa Casa?

—Lo está, señor Bélikov, está en todo su derecho—respondió mi padre—. De hecho hablé con Tobías, dijo que intentaba evitar que la señorita Tramell llevara a sus aliados un informe acerca de lo que vio en Seattle.

—Pero de la manera equivocada—terció Lexa muy seria.

—Y eso le dije—aseguró mi padre.

—¿No conocen el dialogo? ¿Todo lo resuelven con muerte?—preguntó Lexa.

—Disculpe, señorita, pero no debería hacer la misma pregunta dentro de su Círculo—contradijo papá. Vamos mal—. En primer lugar, ¿qué hacía en ese lugar aquella noche?

—Cuando vuestros hermanos empiezan a perder los papeles y aparecen cabezas decapitadas en medio de una ciudad, es cuando actuamos, nos incumbe y debemos buscar una solución favorable para todos, donde sus problemas internos no nos afecten a los humanos—respondió Lexa diplomáticamente—. Los 13 estuvimos de acuerdo en que debíamos investigar a qué se debió la muerte y exposición de la misma de Tristán Bogdánov. Mis aliados, como usted les llama, querían que viniera con una facción de la Armada, pero me negué y vine personalmente en compañía de mi Segunda Octavia Blake a la que uno de los sicarios del hombre que hospeda en su casa hirió de gravedad. Agradezco que su hija—me miró directo a los ojos—haya aparecido, de no ser por ella Octavia y yo no estaríamos con vida.

   Mi padre sonrió, le gustó la forma en que Lexa habló, lo pillé admirándola y me encontré a mí misma haciendo lo mismo.

—Estuvimos en Seattle, sí—continuó—, vimos la noticia de la explosión de uno de vuestros laboratorios y lo maquillamos con la excusa de terrorismo empresarial. Hemos cubierto cada desastre que vuestra guerrita de hace días dejó. Suicidio grupal, desapariciones de personas en un bar, porque sí, sabemos que hubo una matanza en un bar en esa ciudad....

    Faye miró a Regina y a Circe, ellas sabían algo.

—....sé que limpiaron dicho bar. Pero no le he dado mi informe aún a mis aliados, y cuando lo dé me aseguraré de decir que ya han arreglado vuestros problemas y no hace falta tomar represalias. De hecho omitiré que Lord Valantyne nos atacó a la señorita Blake y a mí, omitiré muchas cosas, haré como que no vi ni escuché nada en ese parque en Seattle esa noche. Pero pido algo a cambio—miró a Caín.

—Lexa quiere que quede escrito y firmado que ningún Blood Drynka se acercará a ella o a cualquier miembro de su familia, de ser así lo tomará como una amenaza y no tendrá consideración con él.—Mi padre estuvo de acuerdo, Regina también asintió—. Le haré saber a mi Señor Caín lo que aquí ha pasado, y te prometo que él apoyará tu proceder si llegara a darse esa situación, Lexa. Lo menos que queremos es perjudicar a los terranos, no puedo decir lo mismo de tus aliados.

—Creo que he terminado aquí—se levantó Lexa, evitando caer en una discusión. Ella sabía muy bien que la gente con la que trabajaba hacía cosas peores de las que hacían los Blood Drynka que eran considerados unos monstruos por todos los que conocían la leyenda del vampiro.

   A veces me preguntaba quiénes eran los verdaderos monstruos.
   Lexa saludó una última vez a mis padres y se dirigió al elevador privado en compañía de sus amigos.

—Ve—me susurró mi madre.

—¿Qué?

—Tú no eres una Bebedora de Sangre, ella se aseguró de ser específica, la orden no es contra ti.

   Casi fue ella quien me cargó y me sacó del apartamento. Sonreí y caminé hacia las puertas, salí al pasillo para tomar uno de los elevadores. Estando en el vestíbulo salí disparada del aparato y la alcancé cuando ya iba por recepción.

—Lexa—la llamé, ella se volvió nada más escuchar su nombre. Sus amigos se detuvieron también, ella les dijo algo y se marcharon. La latina me miró y le sonrió al otro muchacho que se giró un poco mientras caminaba hacia la salida—. No esperaba verte aquí, pero....—pensé bien cada palabra y me decidí por decirlo—.....me alivia que estés bien.

    Ella pareció no comprender.

—¿Y por qué no iba a estarlo?—preguntó.

—Es que esta madrugada cuando te has marchado, la forma en que lo hiciste me preocupó, y en vista de que querías caer....

—Lo nuestro parecen ser las madrugadas—sonrió. Respondí con una sonrisa también—. No te preocupes, Clarke, no quiero quitarme la vida y menos querría quitármela ahora.

   ¿En serio me estaba mirando como lo estaba haciendo? Había calor en sus ojos, el mismo que sentía en mi piel por cómo me estaba observando.

—No te sorprendiste cuando me has visto allá adentro—dije desviando la atención, y manteniendo la calma.

—Eso es porque escuché al señor Bélikov hablar con Drako sobre ti, Drako le dijo que Arath Griffin quería que te instruyeran como Assassin.—Eso pareció decepcionarla—. Felicidades, Clarke—sonrió con ironía—, lo has logrado. Oficialmente somos enemigas.

—No encuentro motivo alguno para ser tu enemiga.

—La Armada que dirijo vive enfrentándose en las sombras a los Assassins en los que te enlistarás. ¿Sabes qué? Olvídalo, quería disculparme por lo grosera que fui anoche, lo que dijiste es todo cierto, es lo que hace la gente de mi Círculo.

—Lexa, lo siento también.

    Se encogió de hombros.

—No debí comparar a tu padre con Valantyne—dijo ella—, de hecho creo que tu padre es alguien con quien se puede hablar, ambos parecen ser buenas personas. Eres afortunada de que te hayan adoptado personas tan amables, ahora entiendo por qué te disgustó que dijera chupasangre.

—¿Te diste cuenta?

—No sabes disimular—y a ella le divertía.

    Me tendió la mano, la estreché conteniendo la respiración.

—Le dije a tu madre que era hermosa, tú también lo eres no había reparado en eso porque nuestros dos últimos encuentros han sido en medio de la oscuridad.

—Dices todo lo que piensas, ¿no?

—Al menos lo intento, ser honesta no está mal.—Soltó mi mano y deseé que no lo hiciera, deseé volver a tomarla—. Hasta otro momento, Clarke—se despidió.

    La vi marchar, me mordí el labio inferior y ella se volvió a medias antes de atravesar la puerta, sonrió y empujó hacia afuera para salir.
   Volví con los demás al piso de Caín donde en ese momento mi madre hablaba con Circe y Faye. Arath estaba con Caín, Drako y Román. Me acerqué a mi madre que me llamó con la mano.

—¿Hablaste con ella? ¿Todo bien?—preguntó.

—Hablamos en casa, mamá—le dije.

—Regina te estaba presumiendo—comentó la rubia que respondía al nombre de Faye—. ¿Eres artista?

   Ruso, su acento era ruso, y tenía una complexión delgada pero con curvas acentuadas por un vestido rojo.

—Soy curadora en El Guggenheim, una de las más jóvenes, por eso a mamá le gusta hablar del tema.

—Eres muy talentosa, Clarke, siempre te lo he dicho—dijo mi madre.

—Me gustaría conocer tu trabajo, soy una fanática del arte—habló Circe.

—Me honraría que siendo usted quien es viera mis cuadros—acepté toda emocionada.

—Tutéame, estamos en confianza—Circe guiñó un ojo—. Te quedarás con nosotros, ahora que serás compañera de Faye durante tu entrenamiento como Assassin es lo más apropiado.

—No traje equipaje—contesté. Me había tomado desprevenida.

—Ya me encargaré de traértelo mañana, es para que te vayas familiarizando con tu futuro instructor y una de tus compañeras—mamá alternó la mirada entre Drako y Faye.

—¿Tú también estás aspirando a un puesto?

—Yo ya pertenezco a una facción, soy Novicia pero ya tengo mi lugar asegurado, sólo me instruirán. Y te advierto que así de tranquilo como lo ves es un maldito cuando se lo propone—susurró mirando a Drako—, yo ya le he pateado el culo un par de veces.

—Te oí, Faye—dijo Drako desde donde estaba.

—Jodida audición vampírica—se quejó la rubia.

   Regina, Circe y yo reímos.
   Faye seguía pareciéndome triste, al menos su mirada no transmitía el ánimo que sentía en su charla. Pensé en Lexa, pensé en nuestra corta conversación en el vestíbulo del edificio, pensé incluso en su reacción cuando mi madre pronunció el nombre completo de Faye, porque fue eso lo que llamó su atención, ¿no?
   Me distraje charlando con mi madre, Circe y Faye, los difíciles días que tuvieron que pasar juntas cuando no estuve las unió a ellas y a los caballeros que discutían sobre Tobías Valantyne, llegué a escuchar su nombre.

—¿Valantyne no debió estar aquí?—le pregunté a mi madre interrumpiendo la conversación.

—Caín no le pidió a Arath que lo trajera para no empeorar todo, es mejor que Tobías crea que mi marido no está enterado de lo que hizo—explicó Circe—. Tendremos una vigilancia sobre él porque tuve una visión que no me gustó nada.

—Clarke—mi nombre fue pronunciado por Caín, se sentó en el sillón de antes—. Tú sola te encargaste de dos Blood Drynka, eso es de admirar, es muy interesante.
    
    Estoy segura de que me sonrojé.

—Tuve un buen entrenamiento, Señor—respondí tratando de que no me temblara la voz, conseguí mostrarme segura.

—¿Qué te hizo actuar así? Hablo de salvar a éstas dos chicas sin siquiera saber si había una razón de peso para que alguien enviara a sus lacayos a matarlas. ¿Y si ellas hubiesen sido las malas?

—Tuve el presentimiento de que quien estaba actuando mal era Valantyne, Señor, mis padres nunca se secretean en casa y él lo estaba haciendo con sus hombres. Eso me dio a entender que haría algo que mi padre no aprobaría, y no podía permitir que las acciones que pensaban llevar a cabo esa noche terminaran por poner en peligro a mis padres.

—Pero te pusiste en peligro tú—dijo Caín.

—Confié en lo que he aprendido de Regina y Arath, y en los miembros de su Guardia—le sonreí a Román—. Y como ve no fallé, y no me equivoqué en lo que a Valantyne respecta.

   Caín sonrió mirando a Arath y luego a Regina.

—Me agrada esta chica—aseguró—. Ten cuidado con Tobías Valantyne, Clarke, si lo conozco bien no dejará pasar que hayas interferido con sus planes para protegernos de Los 13.

—Con todo respeto, mi Señor, estoy segura de que Lord Valantyne se trae alguna cosa entre manos.

—Lo sabemos, mi esposa tuvo una visión sobre el futuro, estamos atentos. Fui yo quien le pidió a Arath que aceptara al Lord en su casa como huésped cuando éste se lo pidió, nos sorprendió que Tobías decidiera quedarse en este continente unos días después de que absolviéramos a tus padres. Por Circe sabemos que habrá una muerte y serán las manos de Tobías las que la lleven a cabo, pero no sabemos con certeza a quién asesinará y por qué, es oportuno que tus padres hayan decidido que te quedes con nosotros y te instruyas como Assassin, y es por esa visión que te pido que tengas mucho cuidado, la visión puede estar hablando de ti.

   Regina apretó mi mano, la miré, al parecer habían hablado de mí cuando estuve en el vestíbulo conversando con Lexa. Seguro discutieron sobre si decirme o no, y como mis padres siempre han optado por hablarme con la verdad.... Me gustaba que fuese así.
    Recordé lo que hace rato me había dicho Lexa.

—No le tengo miedo a la muerte, pero tengo la agenda muy ocupada como para morir ahora—parafraseé—. ¿Cuando empezamos con el entrenamiento?

   Regina sonrió, Arath me guiñó un ojo. No me dejaría meter miedo por el futuro que Circe había visto, igual no estábamos seguros de que la víctima de Valantyne era yo, bien podía ser otra persona. Averiguaría las razones por las que el Blood Drynka decidió quedarse cuando debería estar al otro lado del mundo, callar a Lexa no era su única razón.
  Y Lexa. Cruzaba los dedos y todo lo que tenía para que no se marchara de Nueva York todavía.



Capítulo 6: Como una Sombra

Clarke

—Dime que tienes mala coordinación—susurré después de un buen rato de silencio.

   Escuché su sonrisa pero no respondió de inmediato.
   Había logrado salvarla, de nuevo, y nos quedamos sentadas en el suelo sin decirnos nada. De mi parte había confesado algo que seguro le incomodó, cualquiera se pondría nerviosa si una extraña le dijera algo así como: "Ya nunca te soltaré", como si fuesen íntimas amigas o algo más. Serás idiota, Clarke, serás idiota.

—Tengo muy mala coordinación—dijo mirando al frente, pude ver la sonrisa que dibujó su boca—. Y tú eres muy oportuna—me miró de reojo, que lindo acento británico—. Gracias, de no ser por ti Octavia y yo ahora estaríamos muertas, y otra vez gracias por lo de hace un momento.

—Sólo no vuelvas a caerte, no puedo estar en todas partes como Clark Kent salvando a Lois Lane.

   Lexa soltó una carcajada, reí con ella porque el comentario fue un poco tonto aunque cierto.

—¿Conocías a esos chupasangre?—preguntó de pronto.

   Hice una mueca de desagrado por el término que usó, mis padres también eran "chupasangre" y odiaba esa palabra porque era como si se refirieran a ellos de una forma muy grosera. Esperaba que no hubiera notado que no me agradó lo que dijo.

—Sí, los seguí porque intuí que harían algo malo.

—¿Eres una cazadora de Bebedores de Sangre, o algo así?

  Arqueé las cejas, negué con la cabeza y miré las palmas de mis manos.

—Ni de cerca, pero sí tuve un entrenamiento para poder defenderme cuando estuviera en problemas, mi mundo no es normal.

    Ella miró el cielo y suspiró.

—El mundo no es normal—dijo como si le afectara ese hecho—. Ya sabes mi nombre pero no sé el tuyo. ¿Cómo te llamas?

—Clarke, Clarke Griffin—respondí, ella se levantó de un salto—. ¿Qué pasó?

—¿Griffin?—repitió—. ¿Griffin como de Arath Griffin? ¿Grupo Griffin? ¿Laboratorios G?

    Me puse de pie y sacudí la tierra de mis manos.

—Sí—respondí desconcertada por su reacción—. Arath Griffin es mi padre.

—Eres una de ellos. ¿Qué edad tienes?

—¿Qué te importa?—repliqué. Lexa cogió su casco y se dirigió a grandes zancadas hacia su motocicleta—. Veintidós recién cumplidos—dije acercándome a ella.

   Lexa se volvió y frunció el ceño.

—Eso es imposible porque significaría que te convirtieron hace poco y lo tienen prohibido, tienen prohibido crear más Bebedores de Sangre.

—Lexa, mírame, soy humana como tú. ¿Eres humana, verdad?—quise saber, ella intentó no reírse—. ¿Lo eres?

   Colgó el casco del manubrio de la negra motocicleta y cruzó los brazos, noté que no sabía cómo responder a mi pregunta, buscaba cómo evadirla.

—No quiero hablar de asuntos personales, apenas y sí te conozco—dijo toda altanera—. Enfoquémonos en lo que importa, ¿sabes el motivo por el cual esos matones fueron a mi casa?

—Su jefazo está en la mía y los envió a deshacerse de ti para evitar que les digas a tus amigotes lo que viste en Seattle.—No se sorprendió—. Pero veo que sólo has querido confirmar el por qué de su violenta visita a tu apartamento. Supongo que viste la marca que toda la Guardia de Tobías Valantyne lleva en el cuerpo como santo y seña de a qué Casa pertenece su lealtad.

—¿Tobías Valantyne está hospedado en tu casa?

—Sí, por eso busqué el lugar más alejado de allí—confesé—. Llegué de viaje ayer y lo encontré hablando con mi padre, y esta madrugada vi a sus lacayos salir de casa así que los seguí porque ya antes los había visto en sospechosas circunstancias con Valantyne.

—Me salvaste sin siquiera saber si el camarada de tu padre tenía buenas razones.....

—Ninguna razón es buena para actuar con violencia—la interrumpí, Lexa me miró con interés—. No, no conocía sus motivaciones pero sí sabía que estaba actuando a espaldas de mi padre y eso es inaceptable porque esos asuntos deben tratarse en una reunión. Si te mataba entonces rompería el convenio de paz existente, llamaría la atención de los otros 12.—Lexa enarcó una ceja—. Sí, mis padres no me ocultan absolutamente nada, sé que tu abuelo murió y que pasaste a tomar su lugar en el Consejo de Los 13. Los Sabios. Los dueños del mundo—dije burlona.

—Aún no he hecho ninguna declaración ni he entregado informe alguno, puedes decirle a Valantyne que no tiene de qué preocuparse.

—¿Y por qué no se lo dices tú personalmente? Mi padre quiere reunirse contigo.

—¿Va a matarme él mismo o hará que lo hagas tú?—se burló ella.

—No compares a mi padre con Valantyne, son muy diferentes.

    Lexa subió a su motocicleta.

—En lo que a mí respecta son todos iguales—farfulló con el casco en sus manos.

—¿Y cómo vas a saberlo si tu familia mató a la mayoría?—No pude aguantarme y lo escupí.

    Me lanzó una fulminante mirada.

—No sabes nada, no tienes derecho a juzgar los actos de mi familia.

—¿Y tú sí puedes hacerlo con la mía? Al menos no andamos pisoteando a los que menos tienen, no les robamos para llenarnos los bolsillos, no los hacemos trabajar a costa de nada, no manipulamos mentes, y creamos asesinos, no ha sido Arath quien ha enfermado a su raza sin el más mínimo de arrepentimiento.—Mi papá sufría por lo que había hecho y estaba dispuesto a abandonar su posición con tal de que pusieran en su lugar a alguien que actuara mejor y se debiera sólo a sus hermanos—. Dime si puedes decir lo mismo de la cúpula que lideras junto a otras doce personas.

   Lexa apretó la mandíbula mientras me observaba en silencio.
  Encendió la motocicleta, se puso el casco y dio la vuelta dejándome sola en la montaña.
   Subí al auto y me marché de allí, le di todo el volumen a la radio sumergiéndome en la voz de Chester Bennington y la maravillosa composición que me parecía What I've Done; imaginaba lo cabreada que debía estar Lexa y me preocupaba, deseé encontrarla en el camino porque la forma en la que arrancó su motocicleta no me gustó. Así de molesta como había llegado se fue, no quería que se estrellara adrede contra otro auto, pensé en eso porque me había pedido que la soltara, como si se acabara de enterar de algo que no le cayó bien y quisiera dejar este mundo.
   La busqué con la mirada al tomar la autopista, temiendo encontrarla tirada por allí y a la vez deseando que no. Que ya fuese lejos.
   Llegué en la madrugada a casa porque fui hasta la ciudad para detenerme ante su edificio, estuve tentada a entrar para asegurarme de que había llegado bien, pero no me lo permití y seguí adelante.
    Regina me esperaba en mi dormitorio.

—¿Sabes la angustia que pasé ayer en la madrugada cuando vine a verte y no te encontré en tu cama?—preguntó. Cerré la puerta y me senté con ella en la cama—. Llevo horas esperando a que volvieras, las cosas no están del todo tranquilas, Clarke, todo es muy reciente y debemos tener cuidado.

—Lo siento, necesitaba pensar.....—Regina buscó que la mirara a la cara, me rendí y apoyé mi cabeza en su hombro—. Volví a ver a Lexa—susurré—. Al lugar adonde fui ella también fue, una casualidad.

—¿Te digo algo?—Besó mi frente y me rodeó con su brazo—. Con todo el jaleo que vivimos tu padre y yo hace días, conocí a dos chicas que me enseñaron que las casualidades no existen, que hay caminos que están destinados a ser transitados por dos personas, y hay destinos que se cruzan. Dime, Clarke, ¿salvaste su vida?

   Levanté la cara para mirarla, Regina sonreía.
   Antes de convertirse en Blood Drynka mi madre perteneció a una larga generación de brujas, y aún guardaba algunos ases bajo la manga.

—Dos veces en un día es mucho—susurró.

—No te hagas ideas, mamá—hice un gesto negativo con la cabeza, Regina levantó las manos en señal de rendición—. Es diferente—acepté, mi madre cruzó las piernas y arregló las mangas largas de su suéter color negro—. Y la hice enfadar.

—Deja ver si entendí, te gusta que sea diferente y te preocupa haberla hecho enfadar.

—Creo que le dije cosas muy feas, pero ciertas—agregué de inmediato—. Ella hizo lo mismo y yo soy la que se siente culpable.

—¿Acaso sabes leer los pensamientos a distancia, Clarke? Tal vez se sienta tan culpable como tú, si fue grosera contigo seguro lo sentirá.

   Me dejé caer hacia atrás, acostándome.

—Má, ¿por qué ese Ente que poseyó el cuerpo del señor Alyosha quería atraer a Caín y a su hija Sahar?—le pregunté cambiando de tema.

    Regina se acercó y me susurró al oído:

—Es algo que debe mantenerse en secreto, nadie puede saberlo. Te lo diría si Valantyne no estuviera deambulando por ahí.

   Me quedé muy quieta y cuando hablé lo hice en voz baja también.

—¿Tan grave es?

—Si se supiera habría una división, todos correríamos peligro—aseguró.

—Aquí estás—dijo mi padre entrando a la habitación—. Acaban de decirme que regresaste, salí a buscarte con Román y Fox, ¿todo bien?

   Arath era adorable cuando se preocupaba, Regina debió pensar lo mismo porque la vi sonreír y mirar encantada a su esposo.

—¿Conmigo o con tu coche?—le pregunté a modo de broma. Arath acercó una silla y se sentó frente a nosotras.

—Me alegra que aún tengas ganas de bromear, no piensas en nosotros, cariño.

—No me he roto nada.

   Regina y él se miraron, eran cómplices en alguna estratagema cualquiera lo notaría, y yo llevaba años de conocerlos. La morena asintió dándole permiso de que me dijera.

—Rage y yo hablamos después de lo que pasó con los vasallos de Tobías, creemos que si quieres ayudar deberías estar aún más preparada para situaciones peligrosas, tienes buenas habilidades, Clarke, debes explotarlas pero para bien, sólo en caso de que ocurra algo similar a lo que acabamos de vivir tu madre y yo con Velkam Alyosha—explicó—. Hay una guerra propiciada no únicamente por el enemigo del mundo—pensé en Lexa, papá se refería a Los 13—, no sólo ellos trabajan desde las sombras. Y queremos darte las herramientas necesarias para defenderte.

—¿Seré parte de vuestra Guardia?—inquirí. Me emocionaba que fuese así.

—Assassin, Clarke, no nuestra Guardia. Assassin, los guerreros de Caín que viven retrasándole la agenda a Los Sabios.

—¿Hablan en serio?

—Duerme un poco que en unas horas iremos a visitar a Patro—dijo Regina.

   Patro significaba Padre, era lengua antigua y una forma de dirigirse con respeto al Padre de los Blood Drynka.
   Desde niña había escuchado hablar de los Guerreros Assassins, llevan siglos existiendo gracias a Caín quien fundó al Clan; ellos se enfrentaban secretamente a la Armada de Los 13, se encargaban de pararles los pies, de retrasar una agenda que esos que se hacían llamar Sabios estaban siguiendo.
   Si ser parte de la Guardia de alguna de las Casas nobiliarias Blood Drynka's eran un honor, ni qué decir de estar bajo el mando del Primero de todos ellos. Y no me gusta la violencia, no soy partidaria de ella pero papá tenía razón, no estaba mal estar preparado para lo que deparara el futuro y allí afuera había mucha gente que gustaba de hacer daño.
   Pensar en eso me dolió por el lugar que Lexa ocupaba en este mundo. Estaba al otro lado de la línea que separaba el bien del mal.
   A las diez de la mañana siguiente bajé a desayunar en compañía de Fox y Román, éste no tenía nada que envidiarle a su apuesto novio. Era alto y fornido, de unos preciosos ojos castaños y cabello negro, una barba de candado muy sexy, y el tatuaje de una esvástica en su cuello era la característica más notable, la gente solía verlo raro debido a la mala fama que le dieron a ese símbolo pero entre los Bebedores de Sangre significaba un deseo de buena fortuna dentro de la gran familia que eran, que la luz siempre guiara sus pasos para no caer en los malos y destructivos hábitos de generaciones pasadas por los que Caín los exilió de su lado. Significaba Luz porque la esvástica fue en principio un dibujo del sol, ese que irónicamente terminaba con esa segunda vida que se les dio.
   Esta nueva generación de Blood Drynka's, según mi padre, tuvieron que dar permiso para ser convertidos, era una especie de contrato que firmaban antes de que les llegara la muerte como humanos, y la firma consistía en beber la sangre de quien los convertiría; en el presente estaba prohibido crear nuevos, era un mandato del mismo Caín que los Komandantoj acataban a cabalidad y se encargaban de que sus respectivos pueblos siguieran el ejemplo que ellos daban. Porque, así como habían buenos, también habían Blood Drynka's malos, peligrosos.

—Arath me comentó que irían a ver a Caín—dijo Román pasándome la jarra de zumo de naranja—. ¿Estás nerviosa?

—Un poco—respondí con sinceridad.

—No lo estés—habló Regina iluminando con su presencia el comedor.

—Buenos días—saludó Valantyne y se apagó la luz que mi madre había traído con su presencia, ¡qué depresión!

   Comimos en silencio, algo que tenían los Bebedores de Sangre era que podían alimentarse de comida humana normal, era por costumbre de su antigua vida como mortales. Su verdadero alimento era la sangre sintética, ya fuese que viniera en bolsa o en forma de píldora que se diluía en el agua.
   Valantyne se levantó antes que los demás, mi madre me dijo que fuera a cambiarme pues saldríamos con Arath a encontrarnos con Caín, y eso hicimos en cuanto estuve preparada.
   Román fue quien nos acompañó como escolta, papá conducía y Regina iba adelante con él. Cuando entramos a la ciudad Arath marcó un número en su teléfono móvil y puso el altavoz.

—Acabamos de llegar, Drako—avisó—. ¿Están en el apartamento?

—Aguardando por ustedes—contestó un hombre.

—Enseguida estamos allí.

     Padre colgó.
   A mí las manos me sudaban, iba a conocer al hombre más antiguo, a uno que erróneamente consideraban el villano de la historia cuando no conocían la verdad, era muy triste.
   Me encontré con la mirada de mi padre en el retrovisor.

—Llegamos—sonrió.

    Aparcó, Román bajó antes que yo y me tendió la mano como todo un caballero, le guiñé un ojo y seguí a mis padres dentro del edificio. Arath ya era conocido allí, saludó al portero y al joven de recepción, con Román siguiéndonos entramos al elevador.

—Yo nunca lo he visto así que estoy como tú—rió por lo bajo, me cogió la mano y fuimos presa del suspenso como cuando estás viendo tu programa de concurso favorito esperando a que sea tú favorito el que gane, el corazón me palpitaba rápido—. Aquí vamos.

   Entramos al apartamento en cuanto las puertas se abrieron, un hombre rubio nos recibió sonriendo y estrechándole la mano a Arath, y saludando con un beso en la mejilla a Regina.

—Bienvenidos, Señores Griffin—dijo, por su voz y acento supe que era Drako, con quien habló mi padre por teléfono.

   Era británico, iba de traje y corbata de negro color, después de que mi padre me presentó Román me susurró que le parecía guapo y no lo contradije porque sí que lo era. En exceso.
    La expresión en el rostro de Drako se volvió muy severa cuando su sonrisa se borró al escuchar la voz que habló detrás de él. Era otro hombre, éste era moreno, de igual estatura que mi padre y el Blood Drynka que nos recibió; vestía una camisa gris, los pantalones y el chaleco que llevaba puestos eran negros, impresionaba verlo. Y me sentí extraña cuando me miró.
   Supe que era él, era Caín pero la emoción por conocerlo se desvaneció cuando a su lado apareció una chica de cabello castaño suelto, ondulado, era la primera vez que la veía bien,  y no tenía con qué comparar su belleza. Si antes fui presa de los nervios por conocerlo a él, ahora, en este momento, estaba cayendo presa de esos ojos.
    Su esbelta figura estaba enfundada en un vestido negro, su boca, el verde en esos ojos.... Joder....
    ¿Qué hacía ella aquí? De pronto sentí la boca seca.

—Hola, Clarke—saludó Lexa.